Control de Estrenos: «Amanecer de Esperanzas»
Películas relacionadas (1)
Personas relacionadas (1)

Control de ESTRENOS

“Amanecer de esperanzas”

CONSIDERACIONES

El cine es un arte complicado. Caben en él todas las posibilidades, pero al mismo tiempo, todos los obstáculos. Al realizar un film, no se trata sólo de dar forma a una idea, sino de agrupar una serie de elementos dispares en torno de un eje central. Fábrica de suelos se le llama. Y eso es: engranaje, industria, mecanismos, los doce trabajos de Hércules cimentados bajo una dirección. Decía Ortega y Gasset; con respecto a la novela, que cada vez que alguien le anunciaba escribir una se admiraba ante la tranquilidad “con que la gente escribe novelas”. Los miso sentimos nosotros frente al cine: se ruedan películas sin sufrir antes la enorme responsabilidad que esto significa, sin pasmarse ante el minucioso e increíble trabajo que arrastra consigo cada film. Y para el crítico cada nueva cinta es el motivo del más ingrato de los papeles. Penoso oficio éste de aquilatar justicieramente, de no dejarse cegar por la pasión o la amistad. Pero…no sigamos por este camino. Conversemos, ya que ha llegado el momento, sobre la nueva cinta nacional: “Amanecer de Esperanzas”.

Y vamos por partes…

ARGUMENTO Y DIALOGOS

La primera condición de un argumento cinematográfico es interesar. Para ello, no se trata sólo de poseer una intriga apasionante, sino más bien de enfocarla de un modo sugestivo. “Amanecer de Esperanzas” nos presenta un tema débil y confusamente tratado: un músico ciego que llega  refugiado a Chile con sus hijos y que, gracias al esfuerzo de un joven médico, recupera la vista. Todo esto junto al caso particular de cada uno de sus hijos: una niña que triunfa cantando, otra que enamora al médico, y un muchacho que consigue trabajo en una clínica. Este argumento que, así contado, no tiene nada de particular, adquiere, en cambio por el inhábil ritmo de la cinta, resultados muy curiosos. La primera parte del film, por ejemplo, es tan rápida que apenas da tiempo para interesarse por los personajes y sus conflictos. Todo veloz, fugitivo, esquemático. Pero en seguida, frente al problema de tener que ocupar varios rollos más, languidece la trama, se alargan las escenas, los personajes se arrellanan en diálogos y enfoques y se llega al fin de la cinta, sin haber tenido ocasión de entrar en el alma del argumento, sin haber sufrido las situaciones de la película ni haberse interesado por ninguno de los personajes. Junto a esto los diálogos son deslucidos, exánimes, incoloros. Falta en ellos esa chispa que anima, esa vivacidad de los momentos culminantes, esa nerviosa y ágil naturalidad de la vida diaria. No es que queramos exigir argumentos definitivos en Chile. Incluso creemos que, en el cine, es el desarrollo lo que importa. Hay cierta manera cinematográfica, cierto clima de acción y movimiento, ciertos ojos de cine, que dan la gracia, el empuje y la armonía dramática a cada producción fílmica. Aquí, en cambio, nos encontramos con un modo de mirar casi diríamos anticinematográfico, con una técnica argumental reñida y alejada de la naturaleza, exigencias y características de la pantalla.

LOS PERSONAJES

Capra dijo, no hace mucho: “Sin personajes no hay vida, es decir, no hay cine”. Un axioma irrefutable. ¿Por qué razón vamos a interesarnos por una novela, una obra teatral o una película, si sus personajes no nos llegan ni al corazón ni a la mente ni a la fantasía?…

Los personajes de “Amanecer de Esperanzas” son sin relieve, profundidad ni definición. Simples rostros que desfilan frente a la cámara, hablan de  “ sus” cosas y desaparecen sin dejar rastro.

LOS INTERPRETES

Cuando no hay argumento ni diálogos ni desarrollo interesante, la salvación de una película reside en sus intérpretes. Desgraciadamente, nuestro cine no está en condiciones de urdir films a base de actores. Ellos depende, casi de un modo exclusivo, del interés del argumento y del margen de acción que éste les permite. De tal modo que, siendo sin valor el argumento, también ellos se ven arrastrados por idéntico camino de fatalidad. Pero…,analicemos a cada uno de ellos.

María Eugenia Guzmán ha iniciado falsamente su carrera cinematográfica. El hecho de haberla comparado con Deanna Durbin ha sido un error considerable. “Nunca segundas partes fueron buenas”, dice el refrán. Y aquí lo comprobamos. No basta una escuela de canto cuidadosamente cultivada para convertir a una niña en artista de cine. Por otra parte, María Eugenia no es fotogénica, condición “sine qua non” para actuar ante las cámaras. Podrá el maquillaje disimular cierta dureza de ángulos faciales, pero nunca le dará esa expresión propia de los típicos artistas cinematográficos. Por lo demás, no vemos por qué la necesidad que fundamente su carrera artística únicamente en el cine, cuando puede fácilmente dedicarse tán sólo al canto. No queremos ni siquiera de tenernos en sus condiciones de actriz.

Rogel Retes, en un papel extático y falso, se nos aparece en una caracterización exagerada y con un tono de teatro antiguo muy poco grato. Por lo demás, no hizo sino ceñirse al libreto, acompañándolo con sus reminiscencias de las tablas.

En cuanto a los galanes, Rubén Darío Guevara y Hernán Castro Oliveira, nos parecen los más discretos del film. Sin conseguir una labor de gran relieve, se muestran sobrios y contenidos hasta donde se los permite el argumwento. R.D.Guevara supera con éste sus anteriores interpretaciones, aunque le aconsejaríamos que no se de deslumbrar por su fotogenia. De todos modos, es el que demuestra mayor dominio y soltura. Hernán Castro, por su parte, posee un físico muy cinemaográfico y un cierto sentido de la ubicación y los movimientos dignos de ser considerados en un actor novel.

Ernestina Paredes, muy poco sencilla. Su caracterización de una señora aristócrata es ficticia, amanerada y teatral con una dicción “redichista”, sin que pareciera darse cuenta de que se trataba de actuar ante las cámaras y no frente a un escenario.

Edith Alvarez, totalmente opuesta al personaje que interpreta, tanto física como artísticamente. Mal maquillada y con un rostro que la fotografía no realza de nongún modo.

Nena Lynch, son su carita de niña y si figura demasiado infantil, en un papel de semivampiresa que no le cuadra en absoluto. Fría, inexistente, trabada de gesto y voz.

Pablo Frontaura hace un papel que se parece mucho a los fantasmas de las comedias antiguas: nose sabe por qué aparece ni que se dice ni de dónde viene.

Doña Consuelo de Guzmán también parece caída de las nubes en el argumento. Surge para únicamente dar justificación al triunfo musical de la protagonista.

Los actores secundarios no merecen comentario. Salvo uno de ellos: el señor Cortínez, que aparece como gerente, director artístico y speaker de una radio-emisora. No comprendemos po qué ese afán de considerar en forma tan angustiosa y precaria la situación financiera de las radios nacionales. ¿Qué dirán los extranjeros cuando sepan que en Chile se las avienen con una sola persona para que desarrolloe todas las actividades de una radio?…

LA DIRECCION

Miguel Frank tiene veinte años. Esto no es una disculpa. Lo malo es que también los tiene intelectualmente.

-¿De qué estás enfermo?-le preguntaron un día al bufón del Conde Duque de Olivares.

-De la peor de las enfermedades

-contestó el gracioso-: tengo veinte años.

En cine caben las improvisaciones, salvo cuando se es un talento. No somos optimistas en este caso.

Todos los yerros y las incongruencias de una mente ajena al cine brotan y fructifican en la dirección de “Amanecer de Esperanzas”. No se trata de señalarlos aquí. Basta ver la película para que cada espectador los aprecie y encuentre otros nuevos, que siempre serán muchos.

No hay ritmo ni ductilidad en las escenas, ni preocupación en los detalles. Se nota la carencia de brujula en la selección y manejo de los intérpretes. No creemos que Frank esté en condiciones de persistir en sus intentos cinematográficos. Serán esfuerzos baldíos.

TECNICA Y MISE EN SCENE

La fotografía es desigual. Sobresale en los exteriores, sin que esto signifique un elogio. Obscura a ratos sin razón; deslabada en otros, como si las figuras fueran sombras blanquecinas. En los enfoques, los defectos se multiplican: los artistas actúan como si estuvieran ametrallados por la cámara, siempre fijos en un rincón, sin relieve, ni movimiento.

El sonido, incipiente en técnica. No consigue dar nitidez a los diálogos y, en las partes cantadas, los cambios de volumen resultan desastrosos. Las melodías de Vicente Bianchi, de por sí melodiosas, se escuchan de un modo muy desfavorable.

En cuanto a la “mise en scene”, se nota una falta de buen gusto aterradora. Sin plástica ni elegancia. Como de “medio pelo”. Defecto que se-acentúa frente a las tristes “toilettes” de las intérpretes,que parecen vestidas por sus enemigas.

CONCLUSIONES

No debe darse en el extranjero. Lo único que se nos ocurre pensar es en la rápida cración de un Instituto pro Higiene Cinematográfica para evitar títulos que nada agregan ni nada significan.

 Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.