PRESENTACIÓN
Piedra angular del desarrollo de la producción cinematográfica nacional, Chile Films parecía estar, en noviembre pasado, a punto de iniciar la etapa del despegue. Así lo daban a entender por lo menos la edición quincenal de un noticiario, la filmación de más de 30 documentales en 35 y 16 mm y los preparativos para la realización de dos largometrajes que arriesgarán considerables recursos humanos y materiales. El siguiente texto es el producto, más que nada, de una conversación de 180 minutos con el presidente de esa empresa, Leonardo Navarro, que recoge en términos fieles el balance de su breve gestión, sus objetivos y proyectos.
El primer contacto de esta revista con Leonardo Navarro, presidente de Chile Films, tuvo lugar a comienzos del pasado mes de abril. Entonces, Navarro llevaba algo más de tres meses en el ejercicio de su cargo y su condición de economista antes que de cineasta abría una interrogante respecto al éxito de su gestión en un puesto generalmente considerado como difícil. A seis meses de esa conversación [1], a fines de octubre pasado, tuvo rugar otra. Esta vez se trataba de confrontar su experiencia a la cabeza de Chile Films con aquel plan de acción que él mismo expusiera en abril y del cual esta publicación dio cuenta oportunamente. Entre ambas entrevistas se interponen algunos viajes al exterior de parte de Navarro y una cierta clarificación del quehacer cinematográfico nacional que, al menos en Chile Films, parece haber encontrado una perspectiva de desarrollo en la producción y distribución cinematográfica, con una intensidad y, en consecuencia, unos riesgos hasta el momento inéditos.
MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS
Buena parte de la gestión de Navarro apunta a las relaciones internacionales de la empresa. Fortaleciendo esta línea, Chile Films ha suscrito en los últimos dos años convenios con las cinematografías polaca, húngara, checoslovaca, búlgara y cubana, todos los cuales establecen, en términos generales, mecanismos de intercambio fílmico y estipulan diversas formas de colaboración con el cine nacional, especialmente en lo relativo a capacitación y perfeccionamiento de técnicos.
En mayo pasado, Navarro concurría al Festival de Tashkent, dedicado a la difusión del cine realizado en Asia y África, que se celebra cada dos años en Uzbequistán, URSS. El certamen —según Navarro— constituyó una buena oportunidad para tomar contactos con cinematografías del Tercer Mundo, cuyas inquietudes v dificultades son similares a los que acusa la nuestra. También participó en una mesa redonda sobre el cine en la lucha por la paz, el progreso y la liberación de los pueblos. Sus intervenciones, en buenas cuentas, recogieron las preocupaciones del cine latinoamericano, dado que, junto a un documentalista peruano, Navarro era el único participante de este continente oficialmente invitado.
Aprovechando esa tribuna, el presidente de Chile Films destacó la posibilidad de ampliar el festival al cine latinoamericano. Su iniciativa encontró entusiasta acogida en las representaciones de África y Vietnam y, de llegar a materializarse, Tashkent se convertirá en poco tiempo en el punto de encuentro más importante de las llamadas cinematografías del Tercer Mundo. Fue en Tashkent, también, en donde Navarro pudo reconocer terreno para iniciar las primeras conversaciones en orden a lograr, de parte de la cinematografía soviética, compromisos de ayuda y colaboración con el cine chileno, que el presidente de Chile Films esperaba formalizar en noviembre pasado, aprovechando la visita de cineastas soviéticos que concurrían al festival organizado para esa fecha. La exhibición de cine latinoamericano se redujo a la proyección del documental chileno El diálogo de las Américas, de Alvaro Covacevich, y del documental peruano Por las tierras de Tupac Amaru.
FRANCIA, ITALIA Y HUNGRÍA
El viaje también contempló escalas en París y Roma. En la capital francesa, Navarro llegó a importantes acuerdos con Unifrance Films, en orden al intercambio de informaciones y al compromiso de realizar en Chile una semana de cine francés y, en Francia, una semana de cine chileno. La muestra de cine galo, a realizarse en 1973, dará cuenta en nuestro país de lo mejor de aquella producción más reciente v experimental, junto a filmes comerciales de exhibición normal. Es muy probable que, por esta misma razón, la semana se realice en dos muestras paralelas.
Con Unitalia, el acuerdo es similar en lo que al intercambio de informaciones se refiere. Pero los italianos prefirieron realizar en Chile una retrospectiva que abarcará desde el periodo neorrealista basta hoy. Se realizará igualmente en 1973.
También en mayo, Navarro cerró un convenio con la cinematografía húngara. En esa oportunidad se programó el festival de cine húngaro que se realizó en Chile durante el mes de julio y que contempló nada menos que el estreno mundial de Salmo rojo, el filme de Miklos Jancso que, hasta entonces, sólo había sido presentado oficialmente al Festival de Cannes.
INFORMACIÓN Y CONVENIO
En septiembre, el presidente de la empresa, junto al gerente general, Luciano Rodrigo, y al representante de los trabajadores en el Consejo de Administración, Jorge Inostroza, accediendo todos a una invitación del Instituto Cubano de la Industria y el Arte Cinematográfico (ICAIC), viajaron a La Habana. La agenda de trabajo contemplaba dos grandes puntos: intercambiar información y reactualizar el convenio suscrito en 1971 por el ICAIC y Chile Films, cuando Miguel Littin ocupaba la presidencia de la empresa.
El viaje fue una ocasión como pocas para conocer los doce últimos años de experiencia de la cinematografía cubana. Para saber que en ese país los circuitos de distribución normal, los circuitos de arte y ensayo y los circuitos móviles colocan al cine en contacto cotidiano con la población. Para comprobar ese verdadero milagro de que es autor Santiago Alvarez, que dirigiendo el Noticiero ICAIC, ha conseguido tal agilidad en la distribución que, en menos de 30 días, cada una de las ediciones llega hasta los lugares más recónditos de la isla.
EL ANEXO
Pero lo principal era remover las cláusulas del convenio que, a un año de su firma, aún no entraba en vigencia por razones que no es del caso detallar. De la revisión que los directivos del ICAIC emprendieron junto a Navarro, no podía menos que salir una ratificación de todas sus cláusulas. Y, en efecto, así fue. Pero se dio un paso importante al anexarle un plan concreto de trabajo a realizarse durante el curso de 1973.
De esta manera, se espera la visita de una delegación de cineastas cubanos para fines de marzo próximo, que habrá de coincidir con una semana de cine cubano, integrada por los filmes más recientes. Asimismo, se convino en la realización de una retrospectiva de cine chileno en Cuba y en la organización de una semana que rinda cuenta de las últimas producciones, locales. Inicialmente estos eventos tendrán lugar en julio y octubre de 1973, respectivamente. Los acuerdos contenidos en el anexo también consultan el intercambio de noticiarios, sea para ser exhibidos en su totalidad o bien para utilizar notas de uno u otro en las ediciones de los que realizan el ICAIC y Chile Films. Esta medida constituye una importante base de apoyo para el noticiario que edita Chile Films, cuyas notas internacionales son aún bastante débiles.
Otra de las cláusulas anexadas se refiere a la coedición de un libro especial con las discusiones realizadas en el contexto de los dos festivales de cine latinoamericano celebrados en Viña del Mar y al intercambio de material bibliográfico —no sólo de cine— para las bibliotecas del ICAIC y Chile Films. Así como el convenio original sentó las bases de un documental de Introducción a Chile, realizado ya por el cubano Miguel Torres, así también el anexo prescribe la realización de un trabajo similar de Introducción a Cuba, a cargo de un cineasta nacional.
CINETECA NACIONAL
Otro capítulo importante del anexo está referido a la Cineteca de Cuba y el apoyo que habrá de brindar a la cineteca nacional, que Navarro espera hacer partir durante 1973. La Cineteca de Cuba guarda más de 3.000 títulos, 300 de los cuales son largometrajes. Es considerada como el archivo más completo del cine latinoamericano.
Formar una cineteca entraña asumir enormes dificultades. En una primera etapa, Navarro piensa que sólo se podrá operar con material prestados. Sólo después que se logre adquirir algunos títulos podrá recurrrirse al canje. De ahí que la contribución de la cineteca cubana y en general la de todos los países de la órbita socialista, sea decisiva en el sentido señalado.
Por de pronto, espera poder habilitar una sala especial para la cineteca, la cual —desde ya- es concebida como un importante agente de la cultura cinematográfica del país. No será, advierte, un organismo sólo al servicio de los especialistas y de círculos restringidos. Por el contrario, el criterio que se impondrá en sus programaciones será de franca apertura popular.
Otro de los aspectos comprendidos en el plan de trabajo a desarrollarse en 1973, alude a la especialización de técnicos chilenos, efecto para el cual se abrirán becas de formación en tres campos: cámara, sonido y producción, También el ICAIC se comprometió a proporcionar material en 16 mm para la exhibición en circuitos populares, y de 35 mm en los circuitos de exhibición comercial.
Finalmente, el anexo se hace cargo de la idea de rodar una coproducción de largometraje, aspecto sobre el cual todavía faltan acuerdos de detalle. Esta filmación también comenzaría en 1973.
CHECOSLOVAQUIA
Los contactos internacionales no terminan aquí. I.a visita de una delegación de cineastas checos en octubre pasado, permitió suscribir otro convenio que comprende la realización de un ciclo de cine chileno en Checoslovaquia y otro de cine checo en Chile. El documento establece un mecanismo operativo para fortalecer recíprocamente la distribución comercial. En este sentido, los checos, cuya producción habitualmente es distribuida por empresas norteamericanas, se comprometieron a tratar en forma directa con Chile Films, dado que el problema que afecta a las compañías estadounidenses en Chile haría muy improbable recibir por esa vía la producción checoslovaca. El convenio con los checos también contempla el establecimiento de becas para chilenos, la asesoría para el Funcionamiento de los nuevos equipos del laboratorio que ha encargado Chile Films y la coproducción de dos documentales cuyo rodaje estaba programado para fines de noviembre último. Estas filmaciones fueron concebidas con realizador, material virgen y laboratorios checos. Chile Films correría con todo lo demás, guión incluido. La ayuda checoslovaca al cine chileno se canalizará en dos sentidos: por un lado, hacia la formación de técnicos, materia comprendida en un acuerdo firmado con el Ministerio de Educación y, por el otro, hacia la implementación de infraestructura (créditos, equipos, etc.).
La delegación aprovechó su visita al país para ofrecer todo su apoyo a la participación de Chile Films en el próximo festival de Karlovy-Vary, en 1974; particularmente en los aspectos relacionados con las invitaciones y la presentación de filmes nacionales en el evento mismo.
LA PRODUCCION
Diferida por la incursión de la empresa en el campo de la distribución cinematográfica, la producción de Chile Films sólo vino a clarificarse a mediados de año. La experiencia demostró que los planes concebidos a comienzos de 1972 no se ajustaban en todas sus partes a las posibilidades existentes o a las conveniencias inmediatas.
En este sentido, el proyecto de editar un Noticiario nacional mensual, otro de carácter especializado, Hechos concretos y un Magazine, también mensuales, orientado este último a educar al consumidor, terminó resolviéndose en la decisión de editar sólo un noticiario de carácter general cada quince días. Hechos concretos pasó, pues, a refundirse en el Noticiario nacional, después de haberse filmado dos o tres ediciones.
Hasta fines del pasado mes de octubre, el Noticiario de Chile Films llevaba, según el presidente de la empresa, diez ediciones. Antes de que se refundiera con Hechos concretos se filmaron otras tres. De este modo, la meta original de sacar 20 noticiarios en el año debe considerarse, a grandes rasgos, lograda. En un comienzo fue, desde luego, difícil ajustarse a la periodicidad quincenal. Se produjeron inevitables atrasos, pero llegó el momento en que cada nueva edición fue representando un evidente progreso respecto de la anterior, por lo menos en lo que a la rapidez del trabajo se refiere.
«Pienso que la calidad ha mejorado bastante». Así resume Leonardo Navarro su impresión acerca de un trabajo que ha consumido interminables debates, reparos y rectificaciones, orientadas todas, por un lado, a perfeccionar su factura y, por el otro, a definir su orientación ideológica. Según el presidente de la empresa, las primeras ediciones fueron trabajadas bajo el temor de incurrir en posiciones sectarias y esquemas oficialistas que, a toda costa, se querían evitar. El resultado quedó, en su opinión, muy diluido, v considera que las últimas ediciones se acercan bastante al registro políticamente ideal.
Paralelamente a estos progresos corre la preparación de un equipo de trabajo que, día a día, logra mayor dominio en el manejo de las técnicas del noticiario, y que está encabezado por Enrique Tibauth y el periodista Eduardo Labarca, autor este último, de una excelente edición dedicada a una fría crónica sobre el contrabando en la zona norte.
INDEPENDENCIA
La idea es que en el futuro puede constituirse un departamento especializado que tenga sus propios camarógrafos, archivos, personas responsables, laboratorio y productor propio. En esta perspectiva se están preparando dos nuevos camarógrafos en Cuba (antiguos alumnos de la Escuela de Cine de la Universidad de Chile) y pronto viajarán con el mismo objeto 4 ó 5 personas más. Sólo de esta manera el Noticiario podrá destacar camarógrafos en provincias, de modo que sus informaciones y notas tengan un carácter auténticamente nacional. A este departamento le corresponderá —señala Navarro— formar el archivo del proceso político, económico y social de Chile, con miras a que se convierta en una suerte de centro de documentación.
Con esta infraestructura mínima se piensa editar en 1973 un noticiario semanal. Un blanco difícil, pero, según Navarro, no imposible. El Noticiario se trabaja actualmente con diez copias, cantidad ínfima si se piensa que aspira a una difusión nacional. La cifra se reduce a ocho, porque una de las copias debe quedar en el archivo de la empresa, y otra es enviada a Cuba. El problema es el de la escasez de material virgen, pero no hay dudas que habrá de encontrarse pronto una solución. De lo contrario, terminarán seriamente comprometidos los efectos de un esfuerzo arduo que sólo esporádicamente alcanza a las provincias más apartadas del centro del país.
LOS DOCUMENTALES
Hasta fines de octubre se habían realizado ocho documentales en 35 mm y 20 programas de 5 minutos cada uno, emitidos por Televisión Nacional de Chile, con motivo de la Operación Invierno. Pero en la misma época se trabajaba en 29 documentales más. De ellos, 15 se filman en 35 mm y el resto en 16 mm. Aquéllos generalmente son en colores, y éstos, en blanco y negro.
Todos estos trabajos, junto al proyecto de otro documental de largometraje, configuran un plan de producción coherente que se aparta, en una medida considerable, de las limitaciones que tiene el cine por encargo. En efecto, la mayor parte de ellos se filman en virtud de mi convenio con Corfo, que deja libertades bastante amplias en cuanto a la elección de los temas y orientación de los cortos. Cual más. cual menos, todos se hacen cargo de una problemática auténticamente nacional y, sobre todo, vigente. La sola consignación de los títulos y de los temas abordados resulta reveladora: ENDESA, la Cía. de Teléfonos después de la nacionalización de la ITT; los niños de Chile; Apuntes para una geografía del país; La reconstrucción (por encargo de ODEPLAN); los problemas del agro; La batalla de la producción; defensa del área social de la economía; el problema del abastecimiento (que será filmado por Raúl Ruiz); un corto de animación orientado al campesinado; En Chile no hay libertad de prensa; La Pincoya. Todos estos documentales de 35 mm tendrán una duración promedio de diez minutos, y han sido encargados a realizadores como Germán Peñaloza, José Caviedes, Jaime Larraín, Alvaro Ramírez, Diego Bonacina, Sergio Díaz, Enrique Tibauth, Sebastián Domínguez, Dunav Kusmanic, Raúl Ruiz, Rubén Ubeira y Fernando Balmaceda.
En el campo de los 16 mm se programan documentales de una duración variable entre diez y veinte minutos; sus títulos o temas son los siguientes: Cancionero popular (reportaje musical a la situación del país, hecho con DICAP); Los terremotos, La vivienda y el equipamiento social, Los puertos y Las industrias (bloque de cuatro documentales entregados a los talleres de Chile Films); corto de animación con la colaboración de revista Cabrochico; La respuesta (reportaje a la forma en que respondió el proletariado durante el paro nacional de octubre pasado); la educación de los trabajadores (será casi un corto argumental); La dependencia tecnológica y cultural (puesta en escena, reportaje y marionetas); Las presiones del imperialismo; los medios de comunicación de masas (lo filmará Antonio Skármeta); recreación y deportes; Historia de las grandes fortunas de Chile (con guión de Alfonso Alcalde); La política económica (reportaje sobre la inflación, los reajustes y las variaciones de la demanda). Trabajan en estos proyectos Douglas Hubner, Alvaro Ramírez, Antonio Servidio, Enrique Urteaga, Jorge Janishevsky, E. Jaramillo (estudió cine de animación en Cuba), Patricio Guzmán, Luis Alberto Sanz, Luis Cornejo, Rubén Soto, Antonio Skármeta, Isabel Margarita Varela, José Caviedes y Jaime Larraín. La mayor parte de estos documentales en 16 mm se realizan mediante convenios con entidades como Cine Experimental de la Universidad de Chile, el Departamento de Cine de la Universidad Técnica del Estado, la Central Única de Trabajadores y la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica de Chile.
El programa de producción anterior, en lo que se refiere tanto a los documentales en 35 mm como en 16 mm, habrá de estar terminado antes del 15 de enero de 1973. Existirán, desde luego, algunos atrasos, pero el presidente de Chile Films estima que realizándose el 70 por ciento de las obras previstas, el plan será un éxito.
Paralelamente a esta línea de acción corre el proyecto de un documental de largo metraje: Historia de las luchas sociales de Chile, que se centrará fundamentalmente en los años 30. El filme, que será realizado por Lübbert y Ancelovici, formados ambos en los talleres de la empresa, tendrá una duración de 75 minutos. Filmado en blanco y negro, contendrá algunas entrevistas y reconstitución de hechos. Sus realizadores tienen alguna experiencia en el trabajo de la diapofilm y, durante 1971, rodaron en varias partes la Historia del movimiento obrero, trabajo que les demandó casi dos años de investigaciones decisivas para el nuevo documental en que están empeñados.
LARGOMETRAJES
La programación de la producción de largometrajes gira en torno al propósito de rescatar de la historia nacional algunos momentos claves en la perspectiva de los trabajadores, para la evolución del país. Surgió así la determinación de la Independencia, el comienzo de la lucha de recuperación de las riquezas básicas y el momento actual como instancias decisivas de la vida del país. Y con esa decisión, el nombre de dos figuras: Manuel Rodríguez y el Presidente José Manuel Balmaceda.
Así se tomó la decisión de filmar dos largometrajes: Manuel Rodríguez y Balmaceda, el primero confiado a Patricio Guzmán y el segundo a Fernando Balmaceda. Ambos realizadores habían participado en el concurso de guiones organizado por la empresa en 1971, Y si bien concursaron con otros guiones, se estimó que, en deferencia a la calidad de sus presentaciones, debía ofrecérseles a ellos la posibilidad de rodar los largometrajes programados este año por Chile Films.
° Hasta fines de octubre pasado, Chile Films había prestado algún tipo de servicio técnico (laboratorios, estudios, equipos, sonorización, etc.) a los siguientes largometrajes: Ya no hasta con rezar, de Aldo Francia; Operación Alfa, de Enrique Urteaga; El benefactor, de Bruno Gebel; El dialogo de América, de Alvaro Covacevich; Proyecto uno, de los hermanos Castilla, y La tierra prometida, de Miguel Littin.
* Según Leonardo Navarro, presidente de Chile Films, el país cancelaba por concepto de royalties de exhibición de películas extranjeras sumas exageradas. El gasto promedio de las cintas contratadas por esa empresa en países occidentales, asegura, no supera la cifra de dos mil dólares por título. Y esto, sin tomar en cuenta 80 películas de los países socialistas que no cobran ni un dólar por concepto de royalties. Chile Films, en cambio, cobra derechos por la exhibición de sus películas en las naciones socialistas. * Si bien la decisión de Chile Films era suspender los festivales mensuales de cine extranjero durante 1973, dado que representan un esfuerzo que obliga a descuidar aspectos de tanta o mayor importancia en la distribución cinematográfica, están comprometidos ya los siguientes ciclos o muestras para ser presentados en 1973: Semana del cine cubano; Cine francés contemporáneo; Retrospectiva del cine italiano; Festival del cinema novo brasileño; Festival de cine argentino; Festival de cine infantil; Festival de cine germano-occidental y Festival de cine germano-oriental. ° A raíz, de la visita de un grupo de cineastas mexicanos a Chile, encabezados por Rodolfo Echeverría, existe la posibilidad de realizar una co-producción chileno-mexicana. Se trataría, en principio, de una biografía de Gabriela Mistral sobre un guión de Fernando Josseau. |