El Gran Circo Chamorro, crítica Ecran
Autor del artículo: Ecran / Medio: Ecran
Publicación original
Título: El Gran Circo Chamorro, crítica Ecran
Fuente del artículo: Revista Ecran, nº1294. 8 de noviembre de 1955
Descripción: "Técnicamente, El Gran Circo Chamorro constituye un evidente paso adelante en la industria cinematográfica nacional". Así la comentó la revista Ecran en noviembre de 1955, tras su estreno.
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Simpático, entretenido y gracioso es El Gran Circo Chamorro nuevo film chileno cuya mayor virtud reside en el hecho de ser auténticamente nacional. A lo largo de toda la película resulta evidente y palpable la presencia del espíritu criollo, un poco saltimbanqui, que tan pronto ríe a carcajadas como trueca su sonrisa en llanto de dolor. El personaje del roto chileno (“tallero”, gracioso, de fácil y rápida imaginación, bueno, tímido e indomable, exigiéndose a sí mismo cada vez más) prima sobre el argumento. Más que la narración de un asunto, el tema es un buen pretexto para mostrar las características del hombre de nuestro pueblo. Los mismos defectos del film (a ratos se suceden las coincidencias, y las soluciones de varios conflictos parecen inverosímiles) contribuyen a acentuar aún más el timbre criollo de la película. Pareciera que estos casos el autor del guión se encogió displicentemente de hombros y echó un poquito “a la cundidora”…, a la chilena.

El Gran Circo Chamorro tiene una enorme vitalidad: constantemente se están sucediendo las aventuras, lo que contribuye a dar al asunto un ritmo que va aumentando en intensidad e interés. Gracias a las numerosas peripecias que le ocurren al protagonista, la cámara se mueve de un sitio a otro, mostrando una gran variedad de ambientes, de paisajes y tipos.

El diálogo, chispeante, gracioso, fluye con naturalidad, y, en general, se observa a lo largo del desarrollo una preocupación por conservar cierto buen gusto y ponderación. El tema, aunque se inicia en la carpa de un circo humilde que recorre las ciudades y pueblos del interior del país, se separa de la vida circense para llegar hasta los más variados ambientes de la capital, Valparaíso y campos circundantes.

Junto a Eugenio Retes, el protagonista central, José Bohr reunió a un equipo multiestelar de actores nacionales y extranjeros. Aun para los papeles más esporádicos y de escasa significación, el director escogió a un actor profesional de destacada actuación en nuestras tablas. Esta cuidadosa selección permitió alcanzar una notable homogeneidad y eficacia en la interpretación. No sólo los personajes fundamentales o secundarios estuvieron bien; lo mismo ocurrió con la mayoría de los extras que aparecen en la pantalla.

Retes rubrica sus éxitos anteriores, mostrando toda la variada gama de recursos, que han hecho del actor una de las figuras más prominentes del teatro y cine nacionales. Una sorpresa muy agradable ofreció Doris Guerrero, la joven actriz debutante, que salió airosamente del paso. Sincera y emotiva, sacó gran partido a su difícil papel. Pepe Guixé, en una intervención de doble filo, consiguió impresionar por su naturalidad y simpatía. Malú Gatica, Rolando Caicedo, Elsa Villa, Eduardo Gamboa, Iris del Valle y Rafael Frontaura, muy bien.

Técnicamente, El Gran Circo Chamorro constituye un evidente paso adelante en la industria cinematográfica nacional. Desde el guión mismo –que tiene una sucesión normal y lógica de los acontecimientos- hasta los efectos más insignificantes están cuidados con esmero e intención artística. La fotografía es ambiciosa y logra su objetivo: crear un ambiente y dar la atmósfera adecuada para cada secuencia del film. ¡Muy bien! Buena también la factura total de la película.

En resumen: se trata de un filme humano, muy divertido y entretenido, con excelentes resultados artísticos. Una producción chilena digna, que puede resistir la competencia de films extranjeros del mismo tipo. José Bohr se anotó un gran “poroto”.

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