UN HOMBRE cayó a río”, intrascendente tema de Alvaro Puga Flaher, es el estreno nacional que la crítica espera con expectativas especiales. Sobre todo cuando se trata de evidenciar si se han superado etapas o al seguimos en ese ritmo de lo “más a menos” y de lo simpático, que ha venido a ser como un parche puesto en la descosedura de nuestras posibilidades fílmicas, VDB tiene ya una tarea cumplida en el séptimo arte. Y si bien no puede afirmarse que ha realizado “la gran película chilena”, esa que está a mucha distancia de los medios con que contamos, justo es adjudicarle merecimientos de contancia y tesón admirables.
“Un hombre cayó al río” se somete a los cánones que ya le conocemos a Eugenio de Luguoro, director que va directo hacia el gran público. Dentro de un movido desarrollo, destaca, sin cercanías posibles, Lucho Córdoba. La película fue hecha para él. Desde el comienzo hasta el fin.
Por suerte, Lucho Córdoba se defiende. Se defiende y gana nuevos galones en su carrera.
PARA REIR SIEMPRE
“Un hombre cayó al río” fue premeditadamente realizada con vistas a la risa. Se le buscó por todos los medios el ajuste desopilante. Y tiene algunos chistes bien hallados. No muchos, pero algunos… Los personajes actúan, se mueven, en un marco bien conseguido. Torti es el mismo buen decorador que conocemos. De Liguoro destaca su técnica directriz y su capacidad técnica. ¿Y los actores secundarios? (Porque secundarios son, aunque tengan parte importantes). Olvido Leguía tiene un pequeño papel episódico y lo defiende bien. ¡No daba para más! Jorge Sallorenzo arremete en el terreno gracioso que le es proverbial.
Y sale a flote. Julita Pou desborda su inteligencia, pero también se quedó corta con el rol. Tiene momentos francamente afortunados y otros así, así, no más… Rodolfo Onetto, en cambio, brilla con resplandores propios. Es el feliz actor de siempre. Raúl del Valle hace un villano y denota que quiere cumplir con altura el estrecho cometido que se le encomienda. El papel no es el que mejor le cuadra, pero ¡qué diablos! Había que sacarle punta. Y se la saca.
RESUMEN: “Un hombre cayó al río” es una película taquillera, mejor que muchas otras que traen sello de importación y que gustará porque la defiende un actor magnífico, secundado por una plana de primeras figuras que pocas veces han sido agrupadas en una película chilena.