Chile se hizo presente en los tres últimos días del festival con “Yo tenía un camarada”, “Electroshow” y “Andacollo”.

La primera, dirigida por Helvio Soto, demostró, por lo menos, mayor solvencia en la realización, sin apartarse demasiado de un tono general de modestia, limitaciones materiales y humanas. Nos parece, sí, lo más logrado en todo el material chileno exhibido hasta el momento.

“Andacollo”, documental en colores de Nieves Jancovic y Giorgio Di Lauro, sigue la línea de “Isla de Pascua” de revelar rincones, bellezas y elementos de la vida nacional. La realización es algo irregular, en especial en la fotografía. El texto y la animación misma nos parecen discutibles y poco agregan a la elocuencia de las imágenes, suspendiendo, en algunos casos, su posibilidad de impacto.

“Electroshow”, del joven cineasta salido del Instituto Fílmico de la Universidad Católica, Patricio Guzmán, es un buen trabajo de montaje con material fotográfico fijo. El texto tiene en este caso mayor profundidad, está realmente al servicio de la imagen y la complementa. Se produce la unidad entre todos los elementos utilizados. Como demostración de una tarea de laboratorio en el medio, a todas luces, algo primitivo de los cortometrajistas actuales, interesante.