UNA mención honrosa del Jurado conquistó en Venecia el documental chileno «Yo tenía un camarada«, de Helvio Soto (director del Canal 9 de TV, de la U. de Chile), según cable que el autor envió al Departamento Audiovisual de esa Universidad. La película se presentó en el XV Festival Internacional de Films Documentales, que se realizó en Venecia entre el 6 y el 16 de agosto. El XXV Festival Internacional de Cine que anunciáramos la semana pasada, con films argumentales de largometraje de Antonioni, Goddard y otros maestros, comienza pasado mañana y se cierra el 10 de septiembre.
«A VALPARAÍSO»
Aunque no propiamente chileno como el anterior, también podemos regocijarnos de la calidad de otro film documental que muestra nuestra realidad: «A Valparaíso», que el famoso documentalista holandés Jorls Ivens filmó hace dos años en nuestro primer puerto, con asistentes chilenos, para la productora Argos Film y el Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile.
En un reciente número de la prestigiosa revista francesa «Cinema 64», el critico Marcel Martin hace un análisis elogioso de este documental, que se presentó como agregado en un cine de París, «Le Pagoda», junto a la película de ciencia-ficción «La Jetée», de Chris Marker. Esto dijo Martin a propósito de «A Valparaíso«:
«Es el mejor film de Jorls Ivens desde «El Sena encuentra a París». El aporte de Chris Marker, autor del relato, tampoco se puede dejar de lado: el texto proporciona ideas y fórmulas brillantes, pero se queda en los limites de la sobriedad característicos de su realizador. En general, una misión incisiva, lúcida y escrupulosamente honesta, que mezcla el brío de un reportaje turístico de gran estilo a las reflexiones criticas de un panfleto social. El gran puerto chileno, en el que la separación entre la vida en los cerros y en el «plan» simboliza de alguna manera la oposición de clases, es una ciudad petrificada desde la apertura del canal de Panamá, que le ha arrebatado la mayor parte de su tráfico comercial: vive en el recuerdo de un ilustre pasado de la navegación a vela y de filibusteros, que estalla en fulgurantes imágenes en colores en el último cuarto de la película. Hasta entonces, el blanco y negro acusa la luz de una intensa y cruel pureza que el viento del mar hace reinar sobre las vertientes de las colinas surcadas por innumerables escaleras y por ascensores vertiginosos en los que viaja diariamente la mitad de la población. Aquí como más allá, la lepra de las casitas de lata es el signo más tangible de la injusticia social y es mérito de los autores sacrificar lo pintoresco-turístico, aunque sin embargo, no descuidan la fotografía real, para hacer aparecer (con simpatía) la condición humana».
LOS SOVIÉTICOS NOS VERÁN EN TV
La firma SOCHILDICO (Sociedad Chilena de Importación y Comercio), que trae a nuestro país las películas soviéticas, nos informó que la productora y distribuidora Sovexportfilm de Moscú compró los documentales chilenos «Un país llamado Chile«, de Boris Hardy, y «Amerindia«, de Enrique Zorrilla y Sergio Bravo, para la televisión de la Unión Soviética.
Ambos serán traducidos a los 15 idiomas de las 15 repúblicas de la U.R.S.S. y exhibidos en canales de Televisión a toda la población soviética, que pasa los 200 millones de habitantes.
Es una lástima que en Europa se estén dando documentales que el pueblo chileno, como principal interesado, puesto que es protagonista, no ha visto. Ni «A Valparaíso» ni «Amerindia» se han exhibido al público ni a los críticos chilenos.