“MEMORIAS DE UN CHOFER DE TAXI” (Crítica La Nación)
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Nuestras pantallas locales exhibieron ayer un nuevo trabajo cinematográfico chileno realizado en los Estudios V.D.B. dirigido por Eugenio de Liguoro, interpretado por conocidos elementos de nuestra escena y argumentado por el autor nacional Gustavo Campaña.

Decididamente, no somos muy afortunados en el adelanto progresivo de nuestro cine; hemos caminado con pasos vacilantes que unas veces nos llevan hacia arriba, para después dejarnos caer hacia abajo. Si la producción que ahora comentamos revela un nuevo esfuerzo que podría merecer algún estímulo el resultado general de su realización, no aporta un mejor rendimiento a la industria cinematográfica nacional.

El desarrollo de “Memorias de un chofer de taxi” se reciente de flojedad, empañándose, con ello, la eficiencia de su técnica. A pesar de ciertos enfoques que abultan exageradamente las figuras en fotografía, sonido e iluminación, la película denota cuidado y capacidad directica, mostrándonos además algunos momentos de lograda emotividad como el pasaje de la capilla y uno que otro golpe de festivo ingenio que Lucho Córdoba ha sabido matizar. Pero todo esto se ve malogrado por escenas poco artísticas y vulgares, por cuadros retrospectivos de ciertos anacronismos, por escasez de motivo cinematográfico y por la visible tendencia de hacer una película para exclusivo lucimiento de un personaje. Aparte del rol central y de algunos subrayados momentos de otros dos principales papeles, los demás intérpretes pasan a tomar intervenciones episódicas de escasa importancia, y naturalmente, el cuadro general de la obra se reciente por falta de enlace de situaciones escénicas, apareciendo su trama carente de interés y de movilidad.

Lucho Córdoba, Carmen de Valdivia, Edmundo del Solar, Manolita Fernández, Rubén Dario Guevara y otros integrantes del reparto, ponen al servicio del film su capacidad y su entusiasmo para ofrecer a la producción el realce artístico que su desarrollo le niega.

Hemos sido los más decididos sostenedores de nuestro cine, estimulando todo esfuerzo realizado y contribuyendo con nuestros benévolos y bien inspirados comentarios, a su mejor desenvolvimiento; pero, creemos que silenciar deficiencias que pueden ser corregidas en el futuro, no es hacer la obra constructiva que nos dicta nuestro deber y a la cual nos guía nuestro entusiasmo por el creciente progreso del cine nacional.

T.