Control de estrenos: «Confesión al amanecer»
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Película chilena, dirigida por Pierre Chenal. Fotografía: Andrés Martorell. Sonido: Jorge Di Lauro. Basada en tres leyendas chilenas: «Las Tres Pascualas», «La Veta del Diablo» y «El Caleuche», con diálogos escritos por María Elena Gertner, David Philips y Reinaldo Lomboy.

Intérpretes: Florence Marly, Lautaro Murúa, Ana María Gómez, Pepe Rojas, Delfina Fuentes, Ricardo Mendoza, Carmen Bunster, Emilio Martínez, David Philips, Ernst Uthoff, Chita Marchant, Yvette Espinoza, María Elena Aliberthi, etc.

«Confesión al Amanecer» es una película episódica que cuenta tres leyendas chilenas. La primera de ellas —»Las Tres Pascualas»— es la historia de tres hermanas, cuyo padre es un inválido. Las muchachas viven en las cercanías de un lago, y su existencia se desarrolla en medie de la naturaleza, el trabajo y las más ingenuas entretenciones. Un día llega hasta el lugar un ingeniero extranjero, tal vez el único joven que alcanzara, en mucho tiempo, aquella región. Las hermanas se enamoran del muchacho, el que corresponde a la pasión de cada una burlándose, al final, de las tres. «La Veta del Diablo’ es una historia de mineros: hay una mina abandonada en la que se supone existen todavía grandes riquezas. Un joven ingeniero —cuya mujer está a punto de dar a luz— busca la mina acompañado de un viejo cateador. El mineral contiene el oro que se buscaba, pero el azar atentó contra la felicidad de la joven pareja. Y se volvió a repetir la leyenda de que, quien se acercara a la mina, encontraría la desgracia. «El Caleuche» es la historia del barco fantasma que navega a la deriva, conducido por seres irreales. Una hermosa joven aparece un día abandonada en la playa de unos pescado­res. Un rudo muchacho la encuentra y la lleva a su casa, soportando el ataque de las mujeres de la isla que quieren expulsar a la desconocida, suponiéndola tripulante de «El «Caleuche». La verdad hace que el joven pescador pierda a la joven de quien se ha enamorado locamente. Las tres leyendas tienen cierta similitud. Son muy chilenas y de contenido dramático. Gracias a «la confesión al amanecer» se unen entre ellas en forma continuada. Pierre Chenal muestra sus condiciones de gran director para sacar el máximo de cada tema y para suplir con belleza plástica la pobreza argumental de algunos momentos. También es mérito descollado del realizador haber conseguido una labor pareja de los intérpretes, a pesar de que algunos se enfrentaban por primera vez ante las cámaras. A veces, la película resulta algo fría y su intención no conmueve al espectador, haciendo suponer que el realizador olvidó un poco el aspecto emotivo en su afán de superación técnica. Digna de aplauso es la labor de Andrés Martorell nuestro camarógrafo, quien, con una hermosa fotografía, consiguió dar a la película la belleza plástica que exigía el  director.

«Confesión al Amanecer» es uno de los intentos más serios realizados por nuestra cinematografía en su afán de definirse como un arte nacional con características propias Indica un camino que no siempre siguieron los cineastas chilenos, y que es el de despertar interés universal precisamente gracias a un tema nuestro. El desarrollo del film revela unidad y muestra, especialmente, gran cuidado en la compaginación. La actuación es homogénea. Cabría destacar la excelente labor de Emilio Martínez, de Carmen Bunster y de Florence Marly. Esta última aparece especialmente hermosa. Los demás intérpretes se desenvuelven con acierto. El mayor mérito del film reside, sin duda, en la dirección. «Confesión al Amanecer«, pese a sus pequeñas fallas, es una película bien realizada que enorgullece al cine na­cional.