La película nacional. Dos Corazones y una Tonada
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Anoche, arte concurrencias desbordantes, se estrenó en los teatros Real, Santiago y Baquedano la película chilena «Dos corazones y una tonada«.

Es un hermoso esfuerzo que ya nos permite mirar con algún optimismo el porvenir de la cinematografía nacional. Esta producción tiene notas de color local, que merecen franco aplauso. Los detalles humorísticos de la vida campesina, la música criolla elegida con habilidad algunos paisajes muy chilenos y la actuación sobria y segura de Rafael Frontaura, son victorias de nuestro cine que ya merecen estímulo caluroso.

El público vió la película con vivo interés y, a pesar de la costumbre de criticar desdeñosamente toda producción nacional, muchas veces no se pudo reprimir y no francamente ante escenas de pura gracia criolla.

La dicción de la mayoría de los actores es bastante clara, y la fotografía tiene aciertos que hay que señalar. Pero como en una película hay tantos aspectos que deben ser analizados o comentados, ahora sólo alcanzamos a escribir algunas palabras generales acerca de esta película que marca el comienzo de una nueva época del cine nacional. En artículos que publicaremos próximamente nos referiremos a la labor de los actores, a la fotografía, al ambiente, a los diálogos y a la música.

Todos no serán elogios, seguramente. El argumento nos parece pobrísimo, confusamente desarrollado y peor terminado. Pero, en general, la película tiene chispazos de alegría criolla que merecen un aplauso vivo y cariñoso.

Y no vacilamos en afirmar que «Dos corazones y una tonada«, obtendrá un éxito inmenso. Y muy merecido.