«Hombres del sur» (El argumento)
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Las películas nacionales despiertan intenso interés en el público. Es un interés muy justificado. A cada pueblo le agrada mirarse en este espejo vivo y vertiginoso que es el cinematográfico. Ya estamos acostumbrado a ver en el cine a los extranjeros; ahora queremos ver a los nuestros, divisar en la pantalla los paisajes de este país de montañas, contemplar la alameda y la trilla, la carreta y la cordillera.

En el estreno de «Hombres del Sur«, el público asaltó el Teatro Baquedano. Parece que esta película está llamada a alcanzar un éxito incomparable.

Pérez Berrocal tuvo el acierto de elegir un tema francamente novelesco, un episodio de bandidos, y de bandidos románticos, que tan hondamente hieren la imaginación popular. Estos afortunados y celestiales bandidos de Pérez Berrocal, roban para dar al pobre y para administrar justicia. Son unos arcángeles con carabina recortada.

Pero interesa. El público se deja arrastrar por el asunto, mientras escucha algunas canciones más o menos agradables. El argumento se desriela al final. Esa llegada del sacerdote, el bandido de rodillas solicitando el perdón, y el suicidio, son lunares de alguna consideración. Pero, de todos modos, estas escenas se producen al final, cuando ya la película ha pasado. Y acas, estos detalles, ¿son más falsos que el beso reglamentario con que terminaron durante veinte años las películas norteamericanas?

De estos «Hombres del Sur» hay mucho que comentar, analizar y obtener experiencias para las películas futuras. Dedicaremos otras crónicas a los intérpretes y a los directores.