«Gran Circo Chamorro» anima discusión racial
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A PESAR de ostentar los años de hombre maduro y barbón, el cine chileno sigue experimentando. Hace un año  se dio “Llampo de Sangre”; ahora se estrena “El Gran Circo Chamorro”. Dirigida por José Bohr y protagonizada por Eugenio Retes (actor cómico del Bim Bam Bum), la película encontró apoyo financiero en la distribuidoda norteamericana Columbia Pictures, que se encargará de exhibirla en todos los países del mundo en que mantiene sucursales. Esta misma firma tiene compromiso por dos nuevas cintas a filmar con José Bohr.

El Gran Circo Chamorro”, que no se desarrolla en un circo, tuvo bautizo de gala, con asistencia del pequeño mundo cinematográfico local, periodistas e invitados, en el Central. Empezó con una novedad: presentar a los participantes del film al final de la función.

Con aciertos técnicos (fotografía de Andrés Martorell) es un intento más. Su argumento se compone de diversas anécdotas que no logran hilvanar un todo armónico y en la es que es actor principal Eugenio Retes. Al estilo de los films de “Cantinflas”, él hace de todo, y en todo momento. El resto de los participantes forman el telón de fondo, algunos de ellos con cierta discreción.

Terminado el espectáculo, José Bohr pidió al público que olvidara los defectos y recordara sólo el aspecto grato de “El Gran Circo Chamorro”. Algunos críticos se contaminaron con el pedido y opinaron tibiamente sobre el film. Otros ahondaron en su desarrollo. En un diario de la tarde, se destacó el peligro que encerraba para el prestigio exterior de Chile el que la película mostrara en una escena a una orquesta negra. El vespertino comentó que podría creerse negros a los chilenos. La alusión escoció en la epidermis de músicos y director del film, hasta llegar a oídos del Embajador de Cuba, Hernández Portela, que se mostró indignado. Estimó insultante la discriminación racial respecto de sus compatriotas. Los músicos aludidos son cubanos.

En general, las críticas fueron suaves. Recordaron que el cine chileno carece de estabilidad. No es una industria en ebullición, sino un durmiente que bosteza de vez en cuando. Y sus bostezos llevan el pedido de “perdonen”.