El despertar del Nuevo Cine Chileno

Trabajando sobre la base de su propio esfuerzo, numerosos jóvenes cineastas han dado forma a un promisorio movimiento documentalista.

telecran3_16071971.jpgHAY UN cine chileno del cual se sabe poco, que se desarrolla casi anónimamente, pero que surge y crece cada día, vital y rebelde, reflejando los problemas de nuestro pueblo, identificándose con los anhelos de éste y comprometiéndose con la realidad social de todo el país.

Es un cine nuevo, libre, independiente y experimental que se está formando en la experiencia misma e inmediata. Su medio más adecuado de expresión es el documental, generalmente en 16 mm., y sus realizadores son todos elementos jóvenes que saben perfectamente lo que quieren denunciar y reivindicar.

Este cine comenzó a emerger hace aproximadamente tres años, en las postrimerías del gobierno anterior, cuando los conflictos sociales se tornaron cada vez más violentos. En cierto modo, por su sentido de denuncia, se puede decir que irrumpió como una protesta contra los abusos de ese régimen represivo. Se filmaron entonces documentales que revelaron vívidamente las luchas del movimiento popular, las ocupaciones de terrenos por pobladores sin casa, la muerte de estudiantes, la miseria material y espiritual de los humildes.

La definición ideológica sobrevino y se concretó en los duros días de la campaña electoral que había de conducir al triunfo del 4 de septiembre de 1970. Los jóvenes documentalistas se identificaron en general con los postulados de la Unidad Popular. El trabajo actual está determinado precisamente por la idea de ayudar a la política de cambios del Gobierno Popular. Uno de los realizadores nos dijo:

—Pasamos del cine de denuncia al cine de construcción del Chile nuevo.

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¿QUIENES SON?

Hay una cierta espontaneidad en la aparición de este nuevo movimiento documentalista, pero en todo caso, considerando afinidades y coincidencias, particularmente en el mismo anhelo de cultivar una temática popular, se le pueden atribuir precursores inmediatos: Sergio Bravo y Pedro Chaskel. Bravo, que trabaja desde hace varios años, es autor de «Mimbre«, «Láminas de Almahue«, «La marcha del carbón» y «Las banderas del pueblo«. Este último, un film inspirado en la batalla electoral de 1964, fue prohibido por la Censura. Chaskel ha realizado numerosos documentales; entre éstos, «Aborto«, sobre un grave problema que afecta a la mujer proletaria chilena; «Testimonio«, que capta la existencia humana en un aparentemente moderno hospital, y «Venceremos«, un vigoroso cortometraje de denuncia que acomete una fuerte crítica al sistema burgués y culmina con una gran manifestación de alegría popular, como expresión colectiva de esperanza en el futuro. Este film, realizado en 1970, obtuvo el Premio Paloma de Oro y Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Leipzig.

La actividad de los documentalistas se acrecienta en los años 1969 y 1970, expresándose a través de una fructífera diversidad temática. Las tomas de terrenos abandonados o pertenecientes a ciertas entidades por parte de los pobladores, casi siempre con dramáticas alternativas, despierta él interés de Douglas Hübner, que filma «Herminda de la Victoria» en el sector de Las Barrancas; y de Carlos Flores y sus compañeros Samuel Carvajal y Guillermo Cahn, quienes realizan «Casa o Mierda«, un documental sobre una toma de terrenos ocurrida antes del 4 de septiembre y la formación del campamento La Unión, que después se convirtió en la población Nueva Fidel Castro. Hübner reconoce que su primera experiencia fílmica no es perfecta, pero a la vez le permite sustentar una posición frente al cine:

—»Herminda de la Victoria» no es un film. Plagada de errores y defectos, es mi primera aproximación al cine, pero a un «nuevo cine», a un cine latinoamericano marcado por nuestro subdesarrolllo. «Herminda de la Victoria» se compromete con los pobladores sin casa de Chile, sufre con ellos, entrega un testimonio y pretende ser un «documento» frente al cual a todos nos corresponde pronunciarnos. El cine documental en América latina debe tener estos objetivos, y para un autor joven, por sobre las formulaciones teóricas, debe primar la «acción». Concluyamos entonces que ésta es mi primera «acción fílmica».

Y Flores señala con respecto a su trabajo:

—Lo que nosotros hacemos constituye la expresión de los trabajadores. Somos aglutinadores de realidades más que creadores de realidades. La realidad la expresa el pueblo mismo a través de sus luchas. El cineasta transmite esa realidad.

Alvaro Ramírez expone en «Desnutrición Infantil» el problema que afecta a los niños chilenos, revelando las causas reales del mismo. Posteriormente, Ramírez, junto a Samuel Carvajal y Leonardo Céspedes, filma «Miguel Ángel Aguilera«, basado en el sacrificio del joven manifestante de 16 años, asesinado por la policía durante el paro nacional del 8 de julio de 1970. Los tres jóvenes cineastas realizan también «B.R.P.«, que describe la importante labor efectuada por la Brigada Ramona Parra, el activo grupo de la Juventud Comunista, en favor del triunfo de la Unidad Popular.

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Sergio y Patricio Castilla filman «Mijita«, cuya protagonista es la mujer proletaria chilena, que «constituye la capa más explotada de nuestra población». José Román y Diego Bonacina relatan la lucha y el trabajo de los obreros del carbón en «Reportaje a Lota«, mientras el equipo formado por Flores, Carvajal y Cahn realizan un interesante aporte con «Nütuayin Mapu» («Recuperemos nuestra tierra»), un cortometraje sobre los mapuches.

No podríamos completar esta visión panorámica del nuevo cine chileno sin mencionar la obra de Patricio Guzmán, joven cineasta formado en el Instituto Fílmico, y luego en España, quien es autor de «El paraíso ortopédico» y «La tortura». «El paraíso ortopédico», filmado en 35 mm., es un mediometraje de 45 minutos que describe «la problemática de América latina en 1968». Guzmán trabaja actualmente en la Escuela de Artes de la Comunicación. Asimismo, más recientemente, Claudio Sapiaín ha entregado «Santa María de Iquique«, un film sobre las luchas sociales del pueblo chileno.

Algunos de estos documentales han obtenido distinciones en festivales Internacionales: «B.R.P.» y «Reportaje a Lota» fueron premiados con la Paloma de Oro en Leipzig (Alemania), en 1970.

Resulta interesante apreciar el método de trabajo de los jóvenes cineastas.

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ASI SE TRABAJA

Los recursos económicos que permiten la producción de los cortometrajes son obtenidos en diversas entidades y organizaciones. Así, por ejemplo, «Mijita«, de Sergio y Patricio Castilla, fue financiado por el Comité de Cinematografistas de la Unidad Popular.

«Reportaje a Lota«, de Román y Bonacina, fue producido por el Departamento de Arte Cinematográfico de la Universidad de Chile de Valparaíso en colaboración con la Central Única de Trabajadores de Chile (CUT). Sobre la base de este mismo acuerdo se produjo «Miguel Ángel Aguilera«, de Ramírez, Carvajal y Céspedes. «B.R.P.«, que realizaron también estos tres cineastas, fue producido por DICAP (Discoteca del Cantar Popular), un sello editor de discos de música folklórica y de protesta.

Pero es el Departamento de Cine Experimental de la Universidad de Chile, que dirige Pedro Chaskel, el principal apoyo del movimiento documentalista. Además de sus propias producciones, el Cine Experimental entrega una generosa ayuda a los nuevos realizadores. Estos encuentran allí todo cuanto necesitan para salir adelante en la tarea: desde una cámara fumadora hasta la asesoría con relación a cualquier problema técnico.

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—El Cine Experimental nos entrega los recursos para filmar —nos dijo un cineasta—. Nos proporciona material y nos presta el equipo. Todo esto es muy valioso porque nos permite trabajar.

Por otra parte, la productora Tercer Mundo, que se organizó para filmar «El Chacal de Nahueltoro«, de Miguel Littin, también impulsa económicamente el nuevo cine. Tal es el caso de «Nütuayin Mapu«, realizada por Flores, Carvajal y Cahn. Esa productora la forman el propio Littin y el actor Héctor Noguera. Al respecto, Littin nos dijo:

—Nosotros ayudamos a los compañeros jóvenes así como también fuimos ayudados cuando realizamos «El Chacal«. Queremos apoyar a los que también se esfuerzan por hacer un cine que interprete nuestra realidad. Por lo demás, «El Chacal» ha producido bastante dinero. Actualmente se está exhibiendo con gran éxito en Argentina.

Pero hay algo más: un auténtico espíritu fraternal se impone entre los mismos cineastas jóvenes. Es notorio el afán de ayudarse mutuamente. El mismo hecho de que a veces se unan hasta tres realizadores para filmar un documental revela la importancia que le otorgan al trabajo en equipo.

Por otra parte, todos ellos realizan trabajos cinematográficos o similares en diversas entidades. Algunos se desempeñan en la TV y otros trabajan en Cine Experimental y en Chile Films. Douglas Hübner es jefe del Taller Didáctico, y Patricio Guzmán, del Taller Documental en la nueva organización de Chile Films. José Román y Diego Bonacina hacen cine en la CUT.

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Considerando tales antecedentes se pueden resumir algunas características generales del movimiento documentalista:

1)        Todos practican un cine comprometido. No hacen cine por el cine mismo, sino que hacen cine en función directa de la realidad social chilena.

2)        Se expresan a través de una evidente libertad temática, de acuerdo a la cual cada uno extrae sus ideas y motivaciones de diversos aspectos de nuestra realidad.

3)        Cultivan un trabajo de carácter colectivo, lo que determina un mutuo apoyo en su labor fílmica.

4)        En general sustentan ideas de avanzada, que les conducen a identificarse con las reivindicaciones sociales y culturales del pueblo chileno.

5)        Tienen clara conciencia de que todavía hay una gran tarea que realizar en di futuro y la fuerza necesaria para hacer realidad artística lo que ahora es una experiencia inicial.

(CONTINUARA)