Documentales: La reivindicación del noticiario
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Para la enorme mayoría, el Cine –así, con mayúscula- sólo puede estar vinculado al gran espectáculo o al mundo fabuloso de las estrellas de la pantalla. Para una minoría más inquieta y convencida de que la realidad es la mejor cantera para dar a la imagen cinematográfica su verdadero significado, el documental o reportaje fílmico es el género que caracteriza a nuestra época.

Entre estos últimos está Eduardo Labarca (35, dos matrimonios, tres hijos). Abogado y periodista, prefirió las emociones de la noticia impresa, lanzando lejos los severos códigos. Desde 1966, como dirigente estudiantil de la Juventud Comunista, fue redactor político de El Siglo, donde permaneció 5 años. Formó el staff de radio Portales, y escribió 3 libros que han sido aportes al debate nacional y best seller en su estilo: Chile invadido, sobre actividades de la CIA; Chile al rojo, en que reflexiona sobre la transcendencia de las elecciones de 1970; y Corvalán, veintisiete horas, donde recoge la médula del pensamiento político del líder del PC chileno.

Pero la tribuna que le permitió darse a conocer a un público más vasto fue la TV. En su participación como representante comunista en A esta hora se improvisa, recogió domingo a domingo loas entre sus correligionarios y rechazo de los televidentes de oposición. Era seal de que lo estaba haciendo bien. Sin embargo, la actitud de sus críticos se mudó en admiración a sus méritos como periodista bien informado, cuando les tocó el turno de “sufrir” a su sucesor. La justicia tarda, pero llega.

“Miguelitos” de trofeo

Ahora –además de integrar al equipo de Reunión de prensa, en Canal 7- se declara entusiasmado por la actividad que lo ha impulsado a abandonar el periodismo escrito: la dirección del Noticiario Nacional, realizado en Chile Films. Si el espectador habitual de cine se olvidase de aplaudir o pifiar, según su color político, las escenas del noticiario que cada 15 días se exhibe en casi todas las salas del país, podría captar el valor indudable del documento. Desde la dirección de Labarca, se han limado las aristas sectarias, y lo que se entrega cada vez es una opinión, que, aunque comprometida con el proceso preconizado por el oficialismo está configurada con esfuerzo y honestidad.

El punto más alto del noticiario fue el titulado Chile junio-1973, sobre el “tanquetazo” (Ercilla 1985), en el que incluyó la película póstuma del camarógrafo sueco-argentino Leonardo Henricksen, pero la calidad de la labor que realiza Labarca con su equipo va mucho más allá de ese impresionante testimonio.

En su sencilla oficina de Chile Films recibió a Ercilla. Sobre su escritorio infinidad de fotografías y papeles. En el revoltijo de elementos se destacan agresivamente dos miguelitos, recogidos como trofeos durante una agitada filmación.

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-¿Desde cuándo el interés por hacer cine?

-Hace años tenía el propósito, pero no se me ocurría cómo hacerlo. La dificultad mayor era que no estaba metido en el ambiente. Pero muchas veces pensaba “en cine”. Por ejemplo, en Chile al rojo, la parte referida al asesinato del general Schneider, la resolví relatándola como una secuencia cinematográfica. Coincidiendo con mi retiro de A esta hora se improvisa, hace más o menos un año, se planteó la renovación del noticiario de Chile Films y me llamaron para que me encargara de la dirección.

-¿Qué ha significado abordar este medio de comunicación, después de ejercer por tanto tiempo el periodismo escrito?

-Lo más notorio es la dificultad de encontrarse con algo nuevo. Uno se da cuenta de que hay mucho que aprender para dominar la técnica y la manera de expresarse. Pienso entrar de frentón, a esto; ya no me dedico al periodismo de diarios o revistas. Esto que hacemos también es periodismo, por eso aplico la experiencia adquirida. La diferencia es que exige dedicación total. Mi cargo es el de director del noticiario y del departamento respectivo, con doce personas a mi cargo; a veces uno se da cuenta de que hay mucha burocracia y quiere hacer todo más fluido con menos trámites.

-¿Cuál es el equipo de filmación y qué problemas deben enfrentarse?

-Es todo un equipo de gente joven, excepto Manuel Pérez, un camarógrafo de gran experiencia, que incluso estuvo en el gobierno anterior. Hay otros dos jóvenes operadores de cámara que estudiaron en Cuba: Hernán Morris y Jorge Pacheco. El problema mayor es el de uniformar un estilo y un sentido para filmar, pues hay necesidad de mostrar las cosas a fondo, usando todos los recursos y técnicas cinematográficas. Filmamos para el noticiario y también para el archivo; en el noticiario sólo aprovechamos la quinta parte de lo rodado en terreno.

-¿Qué opinión tiene sobre el cine chileno y sus realizadores?

-Es bastante difícil dar una opinión. No hay un pontífice en la materia. Tengo la impresión de que se inicia un periodo de mucha búsqueda y auge. Están los consagrados: Littin, Ruiz y Guzmán, quienes filman activamente en este momento. A la vez que hay mucha gente nueva que hace cine. Como José Caviedes, con Cuento de miedo, con argumento de Patricio Manns y guión de Fernando Jousseau. Juan Pablo de la Barra que finaliza un largometraje. Otro largometraje es realizado por Pedro Sandor, La maldición de la palabra, con la colaboración del grupo teatral de la CUT. Hay varios documentales, que es el primer paso en la realización más en grande. En suma, el cine actual es más positivo que el “antiguo”. Podría decirse que nuestro cine ha pasado de la etapa de los pioneros a la de un cine industrial con limitaciones impuestas por el medio.

-¿Y el cine cubano, cuya influencia es innegable en el nuevo cine nacional de contenido político?

-Es de gran calidad. Hemos recibido su influencia, porque los cubanos revindicaron en noticiario, como género; rompieron el molde de lo que siempre se ha entendido como noticiario. Ellos son fieles a su realidad. A nosotros nos sirve para enriquecer nuestro trabajo, y nos corresponde revindicar para Chile el noticiario, siendo fieles a nuestra realidad.

Cine político

-¿Qué es, a su juicio, el cine político?

-Todo cine tiene algún sentido político. Para mí, “cine político” es el que pone en el centro el tema político. Lo que hacemos es político. Pero se trata de evitar el sectarismo, porque hay gente que no está a favor del gobierno, y no queremos agredir a los que no son de la UP.

-¿Qué valor da al panfleto cinematográfico?

-Hay circunstancias en que habría que hacerlo. En Chile hay un público que se interesa en él. También para un circuito de 16 mm, que tenga finalidad doctrinaria. Pero no puede ser para consumo general del país.

-¿Opina que sólo debe hacerse cine político, hoy, en Chile?

-De ninguna manera. El cine es buscado fundamentalmente como una entretención, y esto hay que tenerlo muy presente.

-¿Cuál es la finalidad del noticiario?

-Su finalidad es informativa, con la idea de mostrar el proceso que está viviendo el país. En este sentido no hay que olvidar el “archivo”. Estamos filmando continuamente, y material que no se aprovecha se guarda para consultarlo posteriormente.

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Otras películas

-¿No ha pensado en el largometraje de argumento?

-No me atrevería a hacerlo. La enorme barrera es el trabajo con los actores. Tendría que pensar mucho más para lanzarme.

-¿A qué realizadores admira?

-Desde el punto de vista del cine que debemos hacer, Eisenstein y Joris Ivens. También el cubano Santiago Alvarez, como el mejor entre los nuevos. Me gusta Jacopetti, al margen del contenido de sus películas, porque transformó la realidad en un espectáculo electrizante.

-¿cuenta con las facilidades para realizar los noticieros?

-He tenido las facilidades necesarias: cámara, personal, oficinas. Las limitaciones provienen de la estrechez económica de la empresa: hay crisis de vehículos, por ejemplo. Hemos ido conquistando facilidades a costa de nuestro trabajo, a pesar de estar el estudio en plena actividad.

Proyectos

-¿Cuál ha sido la mayor satisfacción de su carrera recién iniciada de cineasta?

-Nos ha ido bien con dos noticiarios: Colo colo y el Tancazo. Pero lo que más nos ha impresionado es la sincera felicitación de Santiago Alvarez, con motivo del reportaje filmado durante la transmisión del mando en Argentina.

-¿Y las desilusiones y fracasos?

-Ha habido muchas cosas desagradables. La experiencia más dura es la que impone dominar el oficio: el resultado es siempre más pobre de lo que se espera. Entre los fracasos, hay que citar la filmación en Uruguay de la final de la Copa Libertadores. El material salió malo, y tuvimos que recurrir a la ayuda de nuestro competidor, Emelco. Pero lo más importante, más allá de tropiezos pasajeros, es que nuestro trabajo ha sido reconocido por los especialistas y por un vasto sector del público.

-¿Hay alguna anécdota de filmación que valga en realidad la pena destacar?

-Muchas. Una de las más pintorescas: la dama en baby doll que durante el “tancazo” salió al balcón de su dormitorio a ver los tanques, más o menos a las 11 de la mañana… después de dos horas de tiroteo. Nos preguntábamos con malicia, ¿qué estará haciendo?

-¿Sus proyectos  inmediatos?

-Viajar a USA a filmar la vida de los chilenos que viven allá. A Australia y al sur argentino, para hacer un reportaje de los chilenos que allí trabajan. También notas sobre los grupos étnicos minoritarios de Chile: alacalufes, mapuches, indios del norte, habitantes de la Isla de Pascua. En suma: entregar la imagen completa y auténtica de nuestra nacionalidad.