EL NUEVO corto de Petrowitsch, “Salitre” -estrenado en el Central junto a la atómica cinta “Gilda”, de Rita Haywort- ha sido la revelación artística de la semana. El público, en la media hora que dura el film, imagina presenciar uno de esos documentales del gringo Fritz Patrick. Tal es la perfección técnica, la amenidad y belleza de los tres tambores. Nuestro oro blanco se luce como un avezado actor cinematográfico, desde que asombra a los ingenuos indios changos hasta que brinca y baila -como personaje de Walt Disney- en los canales mecánicos ideados para su elaboración.
EL TRABAJO
Medio año de trabajo costó esta cinta, que los espectadores consumen en treinta escasos minutos. El estudio -los cincuenta kilómetros de la Pampa- fué recorrido usando los más diversos medios de locomoción, desde el auto hasta la carreta tirada por bueyes, pernoctándose en los más diversos lugares. Los elementos técnicos fueron empleados como intérpretes junto a los obreros de las salitreras. Infinidad de anécdotas pintorescas, animaron los ciento ochenta días de labor, que hoy tienen como en las parábolas moralizadores, un corolario feliz. Tras ellos hay una compensada suma de esfuerzos e iniciativas. En esta semana el corto será exhibido a los universitarios y luego en todos los liceos y escuelas del país, para enseguida ser proyectado en el extranjero. Una distribución norteamericana ya ha conversado con Petrowitsch, pidiéndole presupuesto y plazo por doscientas copias, para exhibirlo en USA. Se sabe, además, que el ex productor de “Verdejo gasta un millón” realizó, por su cuenta, una copia en tecnicolor, que mostrará un tiempo más.
POR DELANTE
-He bajado diez kilos en la filmación de este “Salitre”. Hubo semanas en que dormimos dos y tres horas -nos dice Pablo Petrowitsch (43), publicista, creador de Pipo, productor de 3 películas, director de una con mala suerte y realizador de “Carbón” y otros documentales de éxito. La filmación -continúa- se efectuó utilizando una primitiva cámara, pues nos negaron las mejores. Debimos afrontar una montaña de inconvenientes y egoísmos. Esto ocurrió en Santiago. Apenas llegamos al norte, el panorama cambió. Todos tuvieron buena voluntad y cooperaron en la mejor forma. La población solicitada colaboró con entusiasmo y cariño. Me siento feliz, porque creo que en el film el salitre muestra su más secreta intimidad, buscando la simpatía y admiración de los chilenos.
-El film documental es ahora uno de los caminos más serios del cine, -nos agrega.- Fran Capra y John Ford realizaron maravillosos documentales en la última guerra. Cada día estos irán adquiriendo más amenidad. Mi mayor ambición ahora es filmar una cinta documental que traslade a la pantalla el cuerpo y el alma de nuestro Chile. Es una empresa atrevida, pero, para realizarla, consagraré todas mis fuerzas. Veremos si, en primera instancia, convenzo a los capitalistas.