Los Testigos
Autor del artículo: Sergio Salinas Roco / Medio: Primer Plano
Publicación original
Título: Los Testigos
Fuente del artículo: Revista Primer Plano, nº1, verano de 1972
Descripción: Crítica realizada en Primer Plano a la película de Charles Elsesser, estrenada en 1971.
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Los testigos (1971)

Mucho se ha comentado que el estreno de la película de Elsesser llegó tarde, ya que una ley reciente ha creado los mecanismos tendientes a la solución de problemas como el que trata el filme (lo que ha determinado también la inserción de un breve comentario explicativo al comienzo de la cinta). No obstante, esta “obsolescencia” de la película chilena es efectiva en cuanto a que el realizador se limitó estrictamente a tratar el problema de los llamados “loteos brujos”, de las estafas de que se hizo victima a gente modesta que trataba de adquirir un terreno donde vivir. Pero Elsesser no profundizó las posibilidades de realizar, bajo esa anécdota, un estudio de las características sociales, psicológicas, morales de un vasto sector de chilenos, de penetrar en la vida y mentalidad del hombre de la población marginal, de la “callampa”.

Con todo, algo de esto se advierte, proveniente, principalmente, del argumento; el filme logra recoger, por la misma índole del tema, ciertas connotaciones de conducta de sus personajes: la abulia, la apatía del chileno, su actitud pasiva y contemplativa, la mezcla de una agresividad solapada con una pusilanimidad, un temor neurótico a comprometer de alguna manera su seguridad. Pero, al igual que la película de Helvio Soto, que también se comenta en estas páginas, se puede reprochar a Elsesser su apego a una intención demasiado obvia, su falta de vuelo, de imaginación, que le impide explorar, profundizar un material que se le escurre entre las manos.

Digamos, no obstante, que dentro de sus limitaciones el filme se desenvuelve en un nivel de dignidad y corrección. Revela un oficio poco común en el cine chileno, incluso en el empleo de elementos como el “flash-back” -en el que suelen naufragar hasta directores experimentados- y que Elsesser utiliza sin excesos ni pedanterías, integrándolos a un modo de narrar sencillo y funcional. Es destacable, también, la interpretación, bastante sobria y ajustada (exceptuando algunos momentos melodramáticos hacia el final) y en la que sobresale, una vez más, Nelson Villagra, sin lugar a dudas el mejor actor de cine que tiene Chile en estos momentos.

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