Valparaíso Visto por Joris Ivens
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El largo suspenso de “En Valparaíso”, filmada en 1962 por el cineasta holandés Joris Ivens en una coproducción de Argos Films (Paría) y la Universidad de Chile, llegó a su fin. Exhibida en privado la semana pasada ante un público de 300 personas, que incluía al Rector y Secretario General de la “U”, seguramente será presentada en un futuro cercano por un cine de estreno.

Muy diferente a un corto nacional sobre el Puerto, realizado en forma mediocre hace algunos años, la película de Ivens (30 minutos) no es un documental más de índole comercial y turística. Es una visión personal y humana de Valparaíso. Sobre todo, humana. No de aquellos que viven en Viña del Mal y van al Puerto a trabajar durante el día, sino de los miles y miles de seres que viven en sus cerros pintorescos, abigarrados y pobres. “Mientras más alto, más pobre”, reza el texto.

Los viejos ascensores aparecen como el nervio que una al Valparaíso de las alturas con el del plano. Los ascensores y una multitud de escaleras y senderos, fáciles de descender, arduos de escalar.

Una breve secuencia histórica recuerda al Valparaíso que fuera visitado por los piratas y bombardeado por los españoles, y también al rico puerto de antaño al que pusiera fin “un tijeretazo en Panamá”.

Esta ubicación de la ciudad se realiza en forma muy sintética. A Ivens le interesa ante todo mostrar a su gente y como vive. Capta lo pintoresco de las triangulares casas de los cerros, de casas montadas sobre otras casas, de un mundo forjado con duras escaleras. No esconde ni exagera la pobreza de los cerros. Muestra los problemas que crea la escasez del agua: “Las muchachas usan blusas blancas. ¡A qué precio las blusas blancas cuando el agua llega en cubos…!”

La gente tiene que lidiar con un medio difícil, aun hostil, pero no se nota amargura. Una vez tras otra, en el fondo o en el primer plano se ve a niños, que juegan alegremente. La Junta de Vecinos de un cerro se reúne para arbitrar los medios de hacerse escuchar por las autoridades. “En Valparaíso” comienza con una canción marinera anónima (“Nous irons a Valparaíso”), lentamente introduce al espectador en la realidad física de la ciudad, penetra después en la forma de vida de su gente, sufrida pero no resignada.

Comienza en blanco y negro y el último tercio es en colores. A medida que la cámara va penetrando en el ambiente de los cerros suscita cariño por su gente. La visión de la pobreza y aun miseria de los cerros no crea un cluma negro y pesimista. Lo impiden secuencias como la celebración de un matrimonio en que los novios bajan en ascensor y el velo de la novia flota por la ventana abierta.

Los murales de la carnicería “Buffalo Bill” harán sonreír El corral de caballos donde se marca con una cruz negra a aquellos equinos que están destinados al matadero, causará sobretodo. Y siempre, siempre aparece el mar como un hermoso fondo.

El equipo de Ivens se demoró un mes en preparar este film y dos meses en rodarlo. La compaginación también demoró dos meses y en ella está gran parte del mérito de la cinta. Hay buenas fotografías de George Strouré y Patricio Guzmán. El texto tiene calidad literaria y la música de Gustavo Becerra es un factor decisivo en la creación del clima de la película. Sólo falla la voz del narrador.

Es una película donde hay realidad, poesía, emoción. Su enfoque enfadará a más de alguien que habría preferido que junto a los cerros se enfatizaran los progresos urbanísticos de la ciudad y sus zonas más prósperas. Por su parte, Ivens dijo que no quiso mostrar contrastes sociales; que quedaba para el espectador inteligente suponerlos.

Es, como dijimos, una visión personal de Valparaíso. Ivens llegó, vio y supo recrear la imagen que captara en forma lograda y humana. Ya obtuvo con esta cinta el Primer Premio del Festival de Leipzig (Alemania Oriental); el premio de la crítica internacional de Oberhausen (Alemania Occidental), y el Primer Premio en Prades (Francia), El cineasta dijo en algún momento que en Valparaíso los holandeses eran más conocidos como piratas que como cineastas.

Es una buena frase, pero seguramente perderá su validez una vez que se exhiba esta cinta.

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