“Malditas Sean las Mujeres” batió ayer el récord de los éxitos de la cinematografía nacional
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Los teatros Septiembre, Brasil, Esmeralda y O´Higgins estrenaron ayer ante enorme concurrencia “Malditas sean las mujeres” producción de la Rosario Film Corporation, que ha constituido uno de los más ciertos y rotundos triunfos del cine nacional. El numeroso público que llenaba las cuatro salas de la sociedad Valenzuela Basterrica, aplaudió con entusiasmo en las sesiones vermouth y nocturna la película que nos ocupa y que satisfizo cumplidamente las expectativas de todos los lectores de la popular novela de Ibo Alfaro, que le ha servido de argumento.

En primer lugar, debemos instar la espléndida presentación de la película que se inicia con sus títulos y demás letreros, dibujados sobre motivos decorativos de mucho gusto. En seguida, debemos elogiar la fotografía, que se mantiene con perfecta nitidez durante todo el desarrollo de la cinta. De principio está con la actuación de Ginette Thompson en su papel de Julia de Velasco; Juan Cross en de Genaro de Velasco; la señora Vicenta de Yáñez en de madre de este último, y Brevet, interpretando el rol de secretario. Las escenas se suceden movidas e interesante desde el primer momento. Ginette Thompson se destaca por su belleza y elegancia que le da a esta parte de la película un atractivo especial. Como actriz es sobria y correcta en todo momento. Juan Gross se hace cargo de un papel extraordinariamente difícil, pero salva las dificultades con todo acierto y sabe dar relieve a las muchas situaciones culminantes en que depende de él toda la ación de la cinta.

Merece un elogio especialísimo la señora Vicenta de Yáñez. Ha trabajado ante el lente sin cuidarse para nada de la pose ni de la actitud especial. Se ve que es en la película como en la vida misma y por este motivo su actuación es verdaderamente admirable. Su rol es difícil y de fuerte emoción y ella –que ha sido espontánea y sencilla- ha logrado hacer una labor definitiva de artista. Estos intérpretes son los que tienen a su cargo el interesantísimo prólogo de “Malditas sean las mujeres”, terminado el cual, entramos al primer capítulo con nuevos artistas, salvo Juan Gross, quien en esta parte, caracterizando el mismo personaje anterior, varios años más tarde, está también digno de los mejores elogios.

Gross es un actor que posee la medida justa de la intensidad dramática, manteniéndose siempre dentro de los límites del buen gusto. Entran a escena Hilda Biancheteau, en el papel de Julia de Ambrosialet. Hilda es una muchacha vivaz y hermosa. Caracterizando una frívola coqueta del gran mundo, se muestra intencionada y fina. En los pasajes dramáticos logra también dar la nota emocional con toda fuerza y precisión. Germán Pimstein en el papel de un muchacho apasionado y algo ingenuo está bastante correcto. Quiroga, protagonizando el rol de amigo del galán, está muy simpático y hace de su papel uno de los más gratos de toda la cinta. Chacón, como capitán Waldemar, es también muy digno de elogios, como así mismo Giordano, y la señora Salazar de Ruiz. Hay en seguida algunos otros papeles, todos hechos con discreción y buen gusto.

Es muy de elogiar en “Malditas sean las mujeres”, algunas escenas de mucho efecto que son una novedad en el cine chileno, tales son el duelo entre Alejandro y Waldemar, el gran baile de fantasía en los hermosos jardines de una gran residencia y, finalmente, un cabaret bastante pintoresco. Por lo demás, es justo anotar que todos los decorados que luce esta cinta son del mejor gusto.

La acción de “Malditas sean las mujeres” es muy interesante y movida. Lo que principalmente busca el asiste al cine es interés, y esta película tiene un gran interés de intriga y en ella las situaciones emocionantes se suceden con muy acertada disposición. Agregaremos, finalmente, que el argumento está muy bien desarrollado. Alop Irgen, que ha tenido a su cargo la dirección artística de “Malditas sean las mujeres”, ha obtenido un espléndido triunfo, que hace de ella nuevas películas de mayor importancia aun. Se ve que hay en la señorita Irgen una artista cultivada y de justa apreciación en materia escénica. Merece un aplauso incondicional por su magnífico esfuerzo, esfuerzo que ayer se ha visto coronado por un triunfo que dejará grata memoria en el público santiaguino.