«A Valparaíso», el rostro de Chile en el extranjero
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ecran3_1756_22091964.jpgLA SEMANA pasada se mostró a los críticos y periodistas de Santiago, y posteriormente en Valparaíso, el documental chileno-francés «A Valparaíso«, que realizó el documentalista holandés Joris Ivens con un equipo de técnicos chilenos del Departamento Audiovisual de la Universidad de Chile. Antes se había exhibido comercialmente en un teatro de París, gracias a la protección estatal de Francia al cine documental.

—Espero que éste sea el punto de partida para un movimiento de cine documental en vuestro país —dijo Ivens en la conferencia de prensa—. Es muy importante que surja este movimiento para que el mundo entero conozca al pueblo chileno. De aquí, posteriormente, podría nacer la industria cinematográfica nacional que muestre el rostro de Chile a los demás países, el medio moderno para estrechar vínculos en el mundo de hoy.

Joris Ivens volvió a nuestro país poco antes de las elecciones presidenciales porque existía la posibilidad de que se filmaran para la Radio-Televisión Francesa. Posteriormente el proyecto no cristalizó, pero Ivens expresó que posiblemente vuelva este año para hacer otro documental sobre nuestro país para ese medio de difusión.

«A Valparaíso» nació debido a un proyecto de la Universidad de Chile, en el hoy desaparecido Centro de Cine Experimental (actualmente fusionado con la Cineteca en el Departamento Audiovisual), para traer un cineasta de fuste que enseñara a nuestros cineastas en cierne el arte y la técnica del cine. Llamaron a Joris Ivens, famoso documentalista holandés residente en Francia («Lluvia», «Tierra española», «Los 400.000.000», «El Sena encuentra a París»), para que emprendiera esta tarea. La Compañía Argos Film de París aportó la mitad del capital (140.000 NF) y envió al fotógrafo francés Georges Strouvé. Entre los chilenos, participaron Sergio Bravo (asistente de dirección), Patricio Guzmán (asistente de fotografía), Leonardo Martínez (cámara). Agustín Altet y Rebeca Yáñez (ayudantes), Luis Cornejo (Jefe de producción), Manuel Carrasco, Sergio Ampuero, Silvia Sapiains y Joaquín Olalla (asistentes de producción). Además de la parte práctica, tuvieron un seminario teórico con «el Maestro» (como lo llaman cariñosamente), que compartieron con otro grupo de jóvenes entusiastas del cine, que viajaban a Valparaíso los fines de semana. La filmación tomó dos meses. El revelado y el montaje (de Jean Ravel), más la parte musical (de Gustavo Becerra, con la orquesta de Georges Delerue), se realizaron en París.

La película dura 27 minutos y muestra aspectos novedosos —aun para el ojo chileno— de nuestro primer puerto. Enfoca principalmente la vida de los cerros, con sus ascensores, sus escaleras interminables, sus humildes casas. Niños jugando a la pelota, encumbrando volantines; un matrimonio en Playa Ancha con el blanco velo de la novia agitado al viento, desde la ventanilla de un ascensor; un porteño colgando peces de una cuerda, como si fuera ropa recién lavada. Cada nuevo enfoque tiene alguna sorpresa. Hay ironía, shock, violencia. Esta última, en un bar, donde un parroquiano a quien le han hecho trampas en los naipes lanza un vaso hacia un espejo, da paso a la parte en colores del film, con una vuelta a la historia de Valparaíso contada con grabados y retratos de la época. De aquí se vuelve al Valparaíso actual en colores, lo que le da un tono optimista al film: pese a la dura vida de los cerros, a la falta de agua, de buenas viviendas, el porteño tiene una fuerza que le permitirá salir adelante.

Un film fuerte, de gran impacto y belleza, que confirma el talento de Joris Ivens…, y la suerte de nuestros jóvenes cineastas de haber trabajado con él.