El Hombre de Acero. – Ayer se ha estrenado en los teatros Unión Central y Septiembre, la segunda película nacional, “El hombre de acero”, argumento de los señores Carlos Cariola y Rafael Frontaura.
“La Agonía de Arauco”, primera cinta nacional, logró cierto éxito, gracias a que era la película con que se iniciaba una industria nueva para nosotros, pero hubo que confesar entonces, que solo el hecho de ser la primera hacía excusable los numerosos defectos de la cinta.
Con “El hombre de acero” no hay necesidad de tener contemplaciones para prodigarle un aplauso muy entusiasta, tanto a su argumento, profundamente educador, como a la técnica que reúne las perfecciones de un trabajo extranjero.
Podemos, desde ahora, afirmar que la industria cinematográfica ha alcanzado en Chile, apenas iniciada, un triunfo que la consagra definitivamente.
Los intérpretes de “El hombre de acero” han logrado dar a su trabajo toda la realidad necesaria para que en todo momento pensemos que vemos actuar a viejos impresionadores (sic) de películas.
Así la señorita Isidora Reyé (sic) y el señor Pedro Sienna, en los papeles protagonistas, se colocan a la altura de los mejores artistas de cine.
A ambos no sólo les acompaña su correcta manera de actuar sino también sus figuras distinguidas. La señorita Reyé es una hermosa artista, de simpática desenvoltura y el señor Sienna muy a propósito para encarnar el noble personaje de Juan Pinares.
Los demás interpretes muy correctos, excepción hecha de la señora Padovani que no nos convence. El señor Martínez merece un aplauso especial por su Toño, lleno de gracia, muy bien estudiado, con detalles de mucha naturalidad.
Las leyendas de la película fueron aprobadas con satisfacción por la concurrencia: son, en general muy oportunas y precisas. Las estrofas que pueden leerse de vez en cuando, bien acogidas las unas y bien versificadas las originales.
Los paisajes hermosos, en su mayoría típicos de nuestros campos. Hay escenas en Santiago que han sido colocadas con verdadero acierto, como la de la apertura del Congreso.
En suma: “El hombre de acero” constituye un éxito franco para los autores del argumento y para el técnico, y un paso muy firme de la industria cinematográfica nacional.