«¡Realicemos un cine que nos enseñe a conocernos mejor!». Dice Alejo Alvarez actual presidente de «Diprocine» y director de «Los Salteadores»
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OTRO director chileno se incorpora, por estos días a la producción cinematográfica nacional. Se trata de Alejo Alvarez (Alejandro Angelinl), quien inicia ya el rodaje de su película «Los Salteadores».

Pero queremos hablar con él, más bien en su calidad de presidente de «Diprocine» (Asociación de Productores y Directores de Cine), cargo que  acaba  de asumir recientemente.

Le acompañan en las labores directivas de esa agrupación el camarógrafo Andrés Martorell, como vicepresidente; el maquillador Emilio Sabaj, como secretarlo; el director de cine Alvaro Covacevic, como tesorero, y los cineastas Hernán Correa y Naum Kramarenco,  como directores.

Actúan como suplentes, Helvio Soto y Emilio Taulis.

SU TRAYECTORIA

Larga es la trayectoria cinematográfica de Alejo Alvarez. Se inició en 1939. cuando protagonizó la película «El Hechizo del Trigal«. En 1950 dirigió «La Hechizada«, con Julita Pou, Lautaro Murúa, Blanca Arce y Manolo González.

Fuera de esos largometrajes ha realizado, desde 1947, 98 documentales, siendo los últimos los referentes a las ciudades de La Serena y Viña del Mar, ambos en colores y aún no estrenados.

Es, además, presidente del Sindicato de Actores, cargo para el cual acaba de ser reelegido y que ostenta por decimoséptima vez. Como tal ha organizado tres congresos internacionales de actores, y ahora se apresta para realizar el Primer Festival Latinoamericano del Cine y el Teatro, en marzo de 1968, en las ciudades de Santiago, Valparaíso y Viña del Mar.

Alejo Alvarez es un hombre ejecutivo, dinámico, aunque discutido.

— ¡Estoy conforme con la nueva directiva que me acompaña en Diprocine! —nos dice—. Agotaremos los medios a nuestro alcance para sacar adelante  nuestro progreso cinematográfico.

—Un país que no tiene una cinematografía propia —agrega- es como un hombre sin rostro. Como un ser que no tiene nada que proyectar ni hacia sí mismo ni hacia el exterior.

BUENOS AUGURIOS

—¿Qué opinión tiene usted de este renacimiento del cine chileno?

—Me parece que es mejor hablar de una nueva época del cine nacional más que de un renacimiento. De un cine con mayor continuidad, al cual se le están proporcionando mayores posibilidades de defensa económica para la producción.

Por lo que respecta a DIPROCINE, nos asiste una mayor confianza en el sentido de creer que estamos iniciando una etapa definitiva en pro del cine chileno. Y esto, en virtud de las siguientes razones:

  1. El afán de renovación que se advierte entre los cinematografistas de la vieja y de la nueva época. Estos están impulsados verdaderamente por el ánimo de hacer cine de realizar películas y demostrar que contamos con todos los medios para poder lograrlo.
  2. A la acogida comprensiva y hasta podría decirse entusiasta, del gobierno, el cual se está demostrando interesado en entregar todas las soluciones que sean posibles   a nuestras peticiones.
  3. Al apoyo del Parlamento, por medio del otorgamiento de leyes que son básicas en este nuevo movimiento cinematográfico.
  4. El entusiasta recibimiento que han tenido las películas chilenas en el público. Y esto es muy importante de considerar, ya que una industria cinematográfica expresa la idiosincrasia de un pueblo. Un cine de Chile viene a ser así como el rostro de nuestro país. Nos enseña a conocernos mejor y a mostrar lo que somos en el exterior.

EN BUSCA DE UN CINE PROPIO

—Creo que cada cinematografista debe seguir su propio camino. Encuentro pretencioso hablar de rutas o de escuelas. Tendremos un cine con personalidad, en la medida que cada uno de nosotros pueda mostrar diversas formas de realización cinematográfica.

«Y. finalmente, lo que es más importante. El hecho de que el Estado vea la forma de extender su política crediticia a la industria cinematográfica. Tenemos confianza en las palabras del Jefe del Estado, quien, en nuestra reciente entrevista con él, nos expresó su voluntad de dar solución a nuestras peticiones. Hallamos comprensión, y, sobre todo, franco deseo de ayudar a la cinematografía nacional por medio de una línea de crédito que podría emanar del  Banco del Estado.

«Quisiera terminar con un llamado a la prensa chilena, en el sentido de que exista en ella la comprensión hacia el momento que vive nuestro cine. Que cuando se escriba una crítica, no la hagan comparando nuestras películas con las mejores producciones que nos llegan del extranjero. Ya que en los países europeos, el Estado concede hasta un 70% del presupuesto de cada película. ¡No hay que olvidar que aún somos un país subdesarrollado!