Páginas nacionales: «El Estado debe impulsar el Cine Nacional»
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JOHN GRIERSON nació en Deanston, Escocia, en el año 1898. Su padre fue maestro de escuela. Durante la primera guerra mundial prestó servicios en la marina. Terminada la conflagración, se doctoró en filosofía en la Universidad de Glasgow. Su importancia en la industria cinematográfica mundial es decisiva, al señalar la ruta de los documentales. Su labor como creador se inicia en 1928, realizando entonces un film —“Drifters»— sobre las flotillas de arenques del Mar del Sur. En 1930 —respaldado por el éxito de su película— crea una escuela nueva para la producción de documentales, bajo los auspicios del Gobierno Británico. Numerosos artistas (músicos, escritores) colaboran con él. Ha actuado en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra en sus múl­tiples funciones de periodista, catedrático, realizador cinematográfico, y hoy es una de las principales fisuras de la televisión escocesa.

GRIERSON   EN   CHILE

Cuando Alvaro Bunster, Secretario General de la Universidad de Chile, nos presentó a John Grierson, advirtió que, de acuerdo con el planteamiento del Rector, Juan Gómez Millas, la Universidad no podía estar ajena a ninguna de las manifestaciones culturales, artísticas y científicas que interesaran a la sociedad de hoy. Fue así cómo se invitó al señor Grierson a dictar algunas charlas sobre cine, continuando el ciclo que —en su oportunidad— ofreció Danilo Trelles —del SODRE, de Montevideo—, cuando  se  exhibió en Chile un grupo de films de la Historia del Cine.

Grierson es un personaje exuberante y pintoresco, de carácter particularísimo. Sus declaraciones —interesantes la mayoría de ellas— resultaron confusas, pues Grierson entremezclaba un tema con otro, haciendo poco menos que imposible trazar una línea recta en sus observaciones. Agudo en grado extremo, Grierson hace de la franqueza algo más que una virtud: a veces se hizo evidente su deseo de «epatar» al que suponía un grupo de deslumbrados   provincianos.

FRASES,    IDEAS.   OPINIONES

Dijo John Grierson:

—Una dama chilena me declaró con pena que este país estaba en el fin del mundo. Yo la saqué del error. Ningún país está en el fin del mundo, menos Chile, al que considero en el centro, porque se encuentra en un punto equidistante entre Asia y Europa.

—Chile me parece un país potencialmente rico, con gente muy pobre. Hay muchas riquezas minerales y naturales, y un clima de privilegio que me recuerda mucho a California. Sólo podría establecer una diferencia: viajando por Valparaíso vi cómo la tormenta hizo rodar algunas rocas hasta el medio de la calle. En California, las autoridades habrían sacado inmediatamente las rocas que obstruían el paso…; aquí las dejaron donde quedaron.

—En mi viaje por Uruguay, Argentina, y ahora en Chile, he sacado por conclusión que a los sudamericanos (especialmente a los diurnos) les interesa fundamentalmente mostrar las cosas más bellas de sus países, como si temieran que los extranjeros no nos damos cuenta de lo maravillosas que son. Exagerar esto es un signo de «provincialismo». A mí me parecieron todas las cosas muy lindas. Para mí, la esquina de una calle es tan fascinante como la mejor película. Acabo de ver a un grupo de niños descalzos chapoteando en la lluvia. Algunos verán en eso miseria y desolación. Para mí es un hermoso cuadro de la realidad, que —a pesar de todo— tiene también sus encantos.

—Hay que hacer cine con modestia. Cuando se produce con humildad un film, uno se asombra del resultado artístico obtenido.

—Me interesa fundamentalmente llegar al pueblo, no a una élite. Hay un punto decisivo en el desarrollo de las actividades humanas: el hogar. Hay que llegar hasta él, con sinceridad y ánimo de entretener.

—Creo que los chilenos temen ser considerados «ordinarios». Ojalá lo sean, y más todavía, en el sentido de que no se vistan con ropajes ajenos y se muestren como son, sin convencionalismos, francamente.

—La única solución para que países con pocas probabilidades de distribución, como Chile, puedan tener una industria cinematográfica, es con la ayuda del Gobierno. El Estado debería impulsar la producción fílmica como una función más al servicio de la nación, y siempre que no lo  haga a  su   propio  beneficio.

—No me gustan los films específicamente folklóricos. Muchas veces, por hacer algo pintoresco, dejan de mostrar la realidad.

—Si; he visto películas soviéticas. Considero que son desiguales, pues hay algunas simplemente maravillosas, como otras de muy escasos valores. En algunos estudios soviéticos trabajan siete mil funcionarios (artistas, técnicos y obreros). Con ese caudal humano tienen que salir buenas producciones.

—Admiro el cine francés, porque nunca pierde   su personalidad.

—Hollywood está viviendo una interesante etapa de recuperación, que se inició con «Marty». El símbolo de la época es el matrimonio de Marilyn Monroe y Arthur Miller. Considero a Miller como el dramaturgo más importante de habla inglesa desde O’Nelll. Con Marilyn y Arthur parecen haberse casado el teatro con el cine.

—Creo que el hombre verá retratada su vida con más facilidad en el teatro que en  el cine.

—Chaplln es el más grande creador cine­matográfico.

—Las universidades deberían tomar en cuenta la importancia del cine para utilizarlo en sus campañas de divulgación y  enseñanza.

—Una solución para los artistas que no encuentren mercado: tomen una cámara de 16 milímetros, filmen lo que su inspiración les ordena, y luego lleven su película para exhibir en todos los rincones del país. Les prometo que ganarán dinero y podrán seguir haciendo cine. Por lo demás, el mismo Roberto Rosselllni («Roma. Ciudad Abierta»), con todos sus pergaminos, seguirá este camino.

 

Cinematografistas Latinoamericanos Impulsan Actividad Fílmica

Simultáneamente con el Festival de Do­cumentales, organizado por el SODRE en Montevideo, se reunieron en la capital uruguaya los cinematografistas latinoamericanos, quienes celebraron su Primer Congreso Latinoamericano de Cineastas Independientes. Después de una serie de deliberaciones decisivas para el futuro del cine en nuestra América, se resolvió constituir la Asociación Latino-Americana de Cineastas Independientes (ALACI), estableciéndose que actuarán al frente de las Secretarías Nacionales de cada uno de los países que se indican, los siguientes delegados: ARGENTINA: Simón Feldman; BOLIVIA: Jorge Ruiz; BRASIL: Nelson Pereira dos Santos; CHILE: Patricio Kaulen; y PERU: Manuel Chambi.