Un Filme Penquista
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«Ocaso«, la primera película propiamente penquista de largo metraje, producida y realizada por gente de esta ciudad que emprendió la aventura del cine con notable entusiasmo, a riesgo de pagar en algo precio su inexperiencia en lo económico y lo artístico, se estrenará finalmente mañana en Concepción.

La noticia parece sorprendente. Sin embargo, un grupo reducido de personas, que son protagonistas en la pantalla o detrás de las cámaras, esperan con ansiedad el veredicto del público, para un esfuerzo diferente y que demandó largos meses.

¿Cómo surgió la idea de realizar esta película penquista?

Simplemente de las conversaciones de un grupo de entusiastas del séptimo arte, que pensaba que se podía hacer una película y demostrar que las provincias también tenían capacidad y elemento humano para ello. Lo curioso era que ninguno de los socios de esta singular empresa, tuvo que ver antes con la cinematografía, excepción hecha por Hernán Takeda, prácticamente el único que puede llamarse cineasta penquista y que ya ha incursionado repetidamente en el campo de los documentales, quien fue el director del filme.

La idea inicial se concretó en la constitución de la Sociedad Cinematográfica “Costa Sur” Ltda., productora de “Ocaso”.

El filme penquista es la historia de un período en la vida de un minero del carbón, de Lota, con todo el duro trabajo de extraer el mineral del fondo de la tierra, con sus problemas sociales, con la aflictiva situación familiar que adquiere características dramáticas ante la grave enfermedad de una hija pequeña.

La cinta está realizada en ambiente absolutamente chileno y tiene también secuencias campesinas matizadas con auténtica música folklórica y con intervenciones típicas de payadores como Críspulo Gándara. La música de fondo fue escrita especialmente por Juan Ly e interpretada en guitarra por su propio autor.

Los actores, parte importante en una película, fueron escogidos todos en un plano de amistad dentro del círculo de los propios asociados, en forma tal que los participantes resultaron todos aficionados.

En la época en que comenzaba la filmación había, por lo demás, escasez de material, era difícil conseguir película, por lo que hubo que usar de distintos tipos, incluso, una buena parte de película vencida, es decir fuera de tiempo para ser utilizada. Tal vez en ninguna parte ocurriría eso, pero en Concepción se trabajó con este material y se logró aprovechar convenientemente.

En medio de las situaciones pintorescas producidas para el rodaje, cuando faltaba aún parte importante del filme, ocurrió lo imprevisible: la actriz principal tuvo que dejar Concepción por razones particulares. ¿Qué se hacía entonces? Quedaban dos caminos, o abandonar todo lo hecho y comenzar de nuevo, o modificar el guión de forma tal que no se notara su ausencia en la parte final de la cinta. Se optó por lo último, se alteró el guión y pudo terminarse el rodaje.

Así surgió esta aventura cinematográfica penquista, que el público tendrá que apreciar ahora, tal vez no con ojo crítico sino con el significado que tiene un comienzo y que es de esperar sea la partida para un trabajo cinematográfico serio y permanente en el futuro.

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