Actor y humorista. Figura indiscutida del humor chileno durante más de treinta años, particularmente en la escena teatral y en la radiotelefonía. Aunque en menor medida, sus condiciones histriónicas fueron también aprovechadas en el cine. Su infancia transcurre en su sureña ciudad natal, y a instancias de la familia ingresa a la Escuela Militar, donde permanece  hasta los dieciocho años. Pero la carrera castrense no era lo suyo; se desempeña algún tiempo como empleado en entidades bancarias e instituciones públicas, pero un concurso radial de aficionados define en 1940 lo que será su futuro. Gana el primer lugar y es contratado enseguida por un salón de variedades. Sentado al piano improvisa temas musicales, pero su fuerte es la del contador irreverente y mordaz de chistes e historias inspiradas principalmente en la actualidad política y social. Su popularidad crece muy rápidamente, y se presenta en múltiples escenarios de Chile y de algunos países vecinos como Perú, Argentina y Uruguay. En 1944 realiza su primera incursión en el cine, apareciendo en un papel de reparto en Flor del Carmen, dirigida por José Bohr. Años después actúa en La hechizada, y aunque la película sufre los embates de una crítica despiadada, González, que aparece como en la anterior en un rol secundario, su desempeño como “Cipriano Ormeño” logra por su comicidad un impacto inesperado, trasciende el film y se convierte en un personaje que el humorista incorpora desde entonces en sus presentaciones personales, logrando una gran popularidad en el público. Su fama sigue creciendo en los años siguientes, y José Bohr la aprovecha en Un chileno en España (1962), con un papel hecho a la medida del actor, quien esta vez aparece en el papel protagónico. González está en el punto más alto de su carrera, y dos años después es Tito Davison quien aprovecha la situación con El burócrata González, que a pesar de su pobreza argumental, logra un considerable éxito de taquilla. El buen eco público se repitió con Más allá de Pilpilco (1965) comedia de situaciones, en la que Davison explota el humor que se apoya en la sátira política, que es lo que mejor saber hacer Manolo González. Su último film lo dirige quien lo había hecho debutar en la pantalla, José Bohr. La película es justamente maltratada por la crítica y con ella Bohr pone fin a su carrera de cineasta. Pero aunque no vuelve a aparecer en el cine, la carrera artística de González está lejos de terminar todavía y continúa con sus exitosas presentaciones en los teatros de variedades y de revistas, ganándose entre sus pares el título de maestro.

(Eliana Jara, extraído del "Diccionario del Cine Iberoamericano"; SGAE, 2011)