Proveniente de una de las más antiguas y ricas familias terratenientes del país, su vocación de actriz la llevaría a una conflictiva y creativa lucha por imponerse y lograr ser ella misma. Formada en el Teatro de la Universidad de Chile y luego en el de Concepción, ciudad culturalmente activísima en la época, se orientó hacia un tipo de teatro realista e ideológico en la que ha desarrollado buena parte de su extensa carrera teatral. Actriz de una fuerte personalidad y acrisolado oficio, se transformaría en un verdadero icono de la cultura de oposición durante la dictadura militar desde el escenario del teatro Ictus, que fundó y logró mantener ligado a la creación colectiva (con ayuda de un público fiel) hasta el retorno a la democracia, período en el que su aparición en telenovelas la ha transformado en un personaje muy popular. Aprovechando su indisimulable cuna Raúl Ruiz le dio la oportunidad de debutar en el cine en Tres tristes tigres y le daría luego el rol de esposa de un latifundista en La expropiación, en la que actúa con sus propios hijos, y que sería una brillante sátira del conflictivo proceso de la Reforma Agraria, que vista a la distancia de los años es una película que parece profetizar el cercano colapso político del país. Su breve participación en el mediometraje Ángeles, en el que tuvo también a su cargo la dirección de los actores, está íntegramente compuesta hacia la interioridad y el silencio, es decir lo contrario a sus habituales recursos expresivos, constituye su más conmovedora actuación en la pantalla.