El cine nacional: «Escandalo»
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La buena acogida del público chileno para la producción nacional “Escándalo” importa la comprensión de los esfuerzos que representa el desarrollo de la industria cinematográfica de nuestro país, y el reconocimiento del valor de una lucha de fuerzas desiguales entre una laboriosa iniciativa privada y los grandes recursos económicos que exige una película de importancia.

En “Escándalo” no sabemos distribuir nuestra satisfacción entre la magnitud de este nuevo esfuerzo que acusa una encomiable perseverancia, digna de toda ayuda, y los detalles de la producción, índice inequívoco de un perfeccionamiento, dentro de lo que es posible esperar para una industria desprovista de toda la colaboración financiera, y sin los capitales suficientes para acometer un trabajo que demanda tiempo, grandes gastos, dedicación constante.

Nuestro público, siempre bien dispuesto para lo que representa una contribución al progreso de la cinematografía nacional, ha tenido para esta película un dictamen justo. En éste no podría ceder la crítica inflexible ni menos la comparación desproporcionada con producciones de países en los cuales esta insdustria en pleno desarrollo y que dispone de todas las ayudas; la privada y la del Estado.

La producción cinematográfica chilena atraviesa por un período embrionario que se dilata demasiado precisamente porque sus fuerzas solas mo bastan. Hay que reunir la colaboración de todos a fin de que llegue a ser como para muchas naciones, un importante elemento de riqueza interna y una valiosa herramienta para muchas naciones, un importante elemento de riqueza interna y una valiosa herramienta para construir mejores bases a nuestra propaganda en el extranjero.

“Escándalo” es un exponente valioso dentro de este período embrionario. Revela un paso más, y bien importante, en el desarrollo de la cinematografía digno de ser estimulado y encontrar apoyo. Hay dentro de esta producción un laborioso trabajo e indiscutidos méritos artísticos, que nos demuestran la existencia de buena materia prima para el porvenir de esta industria.

De la película recién estrenada no examinemos los estrictos juicios críticos. Detengámonos únicamente a observar las simpatías con que el público de Santiago la acoge. Es lo que interesa no sólo a los productores, sino al país a éste debe preocupar la acogida que se dispensa a las produccipnes de su industria cinematográfica, para tomar las posiciones necesarias, a fin de impulsarla.

Recordemos que han llegado a Chile ensayos de otras naciones que se adelantaron a la nuestra en esta materia. Fueron ensayos imperfectos qu en el curso de los meses y los años han ido corrigiéndose. Méjico y la República Argentina, países que nos envían actualmente una copiosa producción cinematográfica, atravesaron también por una etapa de experimentos en que hubo sinsabores, fracasos, desalientos, aunque el público siempre les comprendió y otorgó su amplio estímulo.

A todo eso se sobrepusieron. Se comprendió que la llave del desarrollo de esta industria eran los capitales. Sin abundantes recursos era imposible producir buenas películas y llegar al perfeccionamiento. Interesaron al Gobierno y a los inversionistas particulares, de cuya colaboración unida resultó esta producción que advierte un aumento progresivo de los valores artísticos de su producción.

Esto debe inspirar y alentar a la industria de nuestro país que está en sus puntos iniciales. El Estado tiene su parte de responsabilidades en la formación de una fuente de recursos que debe estimularse.

Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.