En otras ocasiones nos hemos ocupado de los evidentes progresos realizados por la cinematografía en Chile, gracias a la iniciativa y actividad de esa fuerte Empresa, la Compañía Cinematográfica del Pacífico.
Tales progresos que además de enriquecer la floreciente industria nacional, significan un gran paso dado en el terreno de los modernos adelantos no merecerían el honor de un reiterado elogio, si ellos no nos demostraran día á día la realidad de su avance y la alta importancia que encierran para la cultura y la historia misma de nuestro pueblo.
El Cinematógrafo, es una crónica viviente de la época, de las costumbres, de los sucesos, que constituirá mañana para los historiadores del momento actual, la más valiosa fuente de información, puesto á través de sus películas pueden recorrerse con la clarovidencia de la vida misma los hechos y acontecimientos pasados.
En ese sentido, como en el de su eficacia educadora fuera locura discutir cómo buscar objetivos que precisaran su mérito.
Tales consideraciones madurábamos noches pasadas cuando en una exhibición del Teatro Valparaíso, asistíamos cómoda y confortablemente á la Gran Parada Militar realizada en el Parque Cousiño de Santiago en conmemoración de las fiestas patrias y á la solemne traslación de los viejos estandartes de la Guerra del 79 al Palacio Bellas Artes.
Estos dos acontecimientos, tomados por la Compañía Cinematográfica del Pacífico con un admirable minuciosidad informativa y una sorprendente nitidez, fotográfica, tienen tal realidad, en la proyección, que llega uno á conmoverse verdaderamente como si estuviera frente al suceso mismo. Semejantes progresos llénanos de satisfacción más por el significado patriótico de las cintas, por los adelantes efectuados en el ramo, por la Compañía que nada tiene que envidiar á las fábricas extranjeras y que demuestra poseer resortes y manejarlos en condiciones á que no han llegado todavía ni por mucho nuestros países vecinos, incluyendo Argentina.
Un solo detalle prueba este acerto: en la cinta de la translación de los estandartes puede admirarse como punto final y de buen gusto, una revista general de las riquezas artísticas de nuestro Palacio de Santiago. Conocidas son las dificultades que presenta el sacar las fotografías de un local cerrado. Pues el operador las ha vencido perfectamente, dándonos con la luz y la nitidez más perfecta, el placer de recorrer el museo y admirar las obras como en un paseo real al suntuoso recinto. Tales progresos merecen, sin duda, si no la atención del Gobierno, ya que es imposible despertársela con nada, el interés del público culto que sabe apreciar el sacrificio y el ímprobo trabajo que significa servirle con altura, como lo hace solamente la Compañía Cinematográfica del Pacífico.
Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.