Director: Julio Coll. Intérpretes: Elsa Martinelli, Venantino Venantini, Victor Alcázar. Hispano-italos-chilena. 1971. Mayores y menores.
La Araucana es muchas cosas a la vez. Es un poema épico de Alonso de Ercilla (1533-1594), dedicado al rey Felipe II, de quien era paje. Es la partida de nacimiento, en clave poética, de Chile. Ahora es una mala película española.
La Araucana como obra fílmica sólo se inspira en el poema homónimo. El realizador Coll prefirió destacar los aspectos de acción –escaramuzas guerreras, con su secuela de violencia, persecuciones, destrucción y muerte– por sobre otros elementos que correspondían a un poema cinematográfico que hace la apología de la raza araucana y del nacimiento de nuestro país. Pese al tour de forcé de dignidad y fidelidad histórica que contiene el guión de Campos Menéndez, Eduardo Llovet y Julio Coll, hay evidentes concesiones al público del spaghetti western y de El Gran Chaparral de la TV. El condimento aparentemente adicional, pero en realidad nervio de la obra, es el romance de Pedro de Valdivia (Venantino Venantini) y doña Inés de Suárez (la Martineli). La actriz se siente caracterizando a Juana de Arco en tierras chilenas.
Sin perjuicio de su éxito comercial, la cinta permite enjuiciar el sistema de coproducción que conviene a Chile. Se puede cacarear la consigna que esta película dará a conocer a Chile en todo el orbe (extraña que aspire a film educativo algo planeado como cine de entretención), pero esto no es suficiente. Coproducir no significa participar con unos dólares más en una empresa ni aceptar equipos y técnicos extranjeros para arrendarles por algunos días el país con sus paisajes y mano de obra barata. Tampoco es participar en la elaboración de un guión sobre una materia que atañe directamente a una de las partes, en este caso Chile. Dichos elementos están presentes en La Araucana y, sin embargo, sigue siendo una película española, hecha por españoles. Con esto se traiciona el espíritu de la epopeya, desvirtuando el amor con que Ercilla trato a esta región y a sus primitivos pobladores: los araucanos figuran sólo como comparsas en un film que relata las aventuras y los amores más o menos prohibidos de un conquistador español y su amante.
La epopeya literaria está concebida mezclando historia y leyenda para transformar a dos razas adversarias en símbolos de nacionalidad, soberanía y cultura. El film debió ser, por ellos, una obra que contuviera los valores que a nuestro pueblo interesaban y no una ingenua narración con sabor a falsedad.