Alvaro Valencia paladea sibaríticamente su taza de te, mientras, la orquesta desgrana por la aristocrática sala la gloria de sus candenciosos arpegios. Conocemos al actor improvisado, que llevado de su afán de contribuir al progreso de la cinematografía nacional, no tuvo inconveniente en aceptar un papel de principal importancia en la película “INCENDIO”, de Carlos del Mudo, llamada a tener tan resonante éxito.
-Díganos – le manifestamos casi ex abrupto – ¿está usted satisfecho de la película y de su actuación?
-Claro que sí. “Incendio”, yo lo aseguro, es lo mejor que se ha hecho en Chile y estoy orgulloso de haber contribuido a su triunfo. En cuanto a mi actuación, del Mudo, que es más exigente que un cobrador de sastrería, quedó encantado…
-Cuéntenos alguna anécdota de su filmación.
-Nada me queda por decir, todo lo pintoresco que encontré frente a la cámara en mi aventura cinematográfica, ya lo relaté en mis crónicas en “La Estrella”.
Y mientras nos despedimos, Alvaro Valencia nos dice:
-Nos vemos el 23 en el imperio. No falte.
Hubiera querido prolongar esta amable charla con este “hombre malo” que tan gentilmente sabe atender y sonreír a las damas, cuando la orquesta rompe con los acordes del one-stop de moda, y yo, no sé por qué, esta vez me veo impelida a tararear muy quedamente:
Valencia, quien te ha visto
no te olvida;
y por ti muero de amor.