El cine y los escritores
Autor del artículo: La Nación / Medio: La Nación
Publicación original
Título: El cine y los escritores
Fuente del artículo: La Nación, Santiago, 6 de mayo de 1918, p. 3.
Descripción: El cinematógrafo, que por condiciones indiscutibles que no hay para qué recordar, es uno de los medios educadores más eficaces, ha pasado así a desempeñar en muchos casos un triste papel en sentido opuesto.

El mismo desarrollo alcanzado por el cinematógrafo en nuestros días es causa de que no se ponga en la elección de los argumentos todo el cuidado debido. 

Unas veces es un argumento insulzo (sic) escogido bajo la presión imperiosa de los pedidos de novedades; otras, es el escándalo del día llevado al lienzo, “corregido y aumentado” con el fin de explotar ese espíritu de malsana curiosidad del grueso público. 

Este estado de cosas ha despertado justas alarmas–de que se ha hecho eco la prensa entre nosotros en diversas ocasiones– de parte de aquellos que se dan cuenta de las proyecciones por demás perjudiciales que esto acarrea para la educación del pueblo. 

El cinematógrafo, que por condiciones indiscutibles que no hay para qué recordar, es uno de los medios educadores más eficaces, ha pasado así a desempeñar en muchos casos un triste papel en sentido opuesto.

Esto debe cambiar. El cinematógrafo debe conquistarse con su seriedad el lugar que le está señalado entre los espectáculos. Sus argumentos deben, pues, ser elegidos o preparados por quienes tengan las aptitudes y las condiciones necesarias para realizar obra de cultura y educación. 

La revista “Cine Mundial” y la “Casa Pathé” acaban de dar un paso que puede ser el comienzo de una era de prestigio y, bien mirado, de conveniencia para el cine. Han abierto un “Concurso de argumentos para películas”. 

“El arte mudo ofrece, por ser novísimo, dice una revista comentando este concurso, un vasto e inexplorado campo propio a las iniciativas de orden intelectual. Todas las fuerzas vivas–ciencias, industria, comercio, capital, público– han dotado al cinematógrafo de cuantos elementos ha necesitado, sin excluir los más raros y peregrinos. Solo la intelectualidad adscripta a la literatura está en deuda con él; sólo los escritores han dejado de aportar en la medida que debieran, es decir escribiendo argumentos, su concurso al acervo común. De los maestros ya consagrados en la escena, se esperaba todo, sin embargo, en su inmensa mayoría han desdeñado la pantalla”.

Lo repetimos: esperamos que este llamado sea el primer esfuerzo que traiga al cine al terreno de sana propaganda, de seriedad y de cultura de lo que vemos alejarse en algunas películas; y, como según las bases del concurso podrán tomar parte en él todos los escritores de habla española y portuguesa, sean cuales fueren su nacionalidad y su residencia, nos congratularíamos (sic) de ver participar a uno de nuestros literatos en esta obra que consideramos de la mayor trascendencia social. 

 

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