Una película chilena que ha llenado todos los teatros de Santiago en pleno verano. – Evaristo Lillo hace reír más que Harold Lloyd.
El huaso se pone a bailar cueca en plena reunión social.
– Vayan a ver «Como don Lucas Gómez«, nos dijo un amigo. Se reirán ustedes de buena gana.
– Pero, objetamos, ¿No necesitaremos que nos hagan cosquillas?
– No sean lesos, replicó él. Gozarán más que con una cómica de Mack Sennet, si es que ustedes no son de esos hipócritas que sostienen que les gusta más el champagne seco que la chicha baya.
De mala gana fuimos. Estábamos escamados de los pomposos anuncios de algunas vistas nacionales que después resultaban solemnes «macanas», como dicen los cuyanos. Después había el agravante que sus editores nos habían atosigado con artículos elogiosos de pre-propaganda, de lo cual presumíamos que ellos desconfiaban de la película.
El huaso llegado a Santiago y «tratando» el precio con el cobrador del tranvía.
¡Le ha acontecido al lector alguna vez ser invitado a una fiesta que considera latosa y que ha resultado a la postre excelente y en la cual se ha divertido de lo lindo y en buena compañía? Pues, algo por el estilo era la impresión que sentíamos a medida que se desarrollaba «Como don Lucas Gómez«. Empezamos por borrar de nuestros labios el gesto de displicencia de críticos mal predispuestos, poco después sonreímos, después largamos estrepitosas carcajadas y terminamos aplaudiendo infantilmente, ni más ni menos que cualquier espectador de galería.
Como un crítico lo dijo en forma muy criolla. «Como don Lucas Gómez» es una película alegre como la chicha baya, entusiasta como una cueca, sabrosa como una empanada de horno, simpática como una campesina joven y limpia, clara como agua de montaña y chilena hasta la médula de sus escenas.
Una típica escena «pololística» en la Plaza de Armas.
Evaristo Lillo, el popular actor cómico, ha hecho un magnífico debut como artista de cine. Ha encarnado magistralmente el carácter y la figura del huaso chileno, alma de niño en cuerpo de gigante. No hay un gesto, ni un ademán que no esté en perfecto tono con el personaje.
No debemos dejar pasar inadvertida la espléndida fotografía de esta cinta. Es obra de Mr. Roberto Barrington, un ex-técnico de la Casa Fox contratado por la Chile Film. A este respecto, «Como don Lucas Gómez» es la más perfecta de las vistas chilenas.
Las escenas campesinas, los paisajes de nuestra tierra, han sido intercalados con mucho acierto en el curso de la obra.
En resumen, «Como don Lucas Gómez» es uno de los más merecidos y simpáticos triunfos de nuestra cinematografía. Ojalá esta crítica, publicada con toda sinceridad después de ver la película, sirva como aliciente a sus editores y como guía para el público, el cual generalmente desconfía de las reclames cinematográficas hechas con anterioridad al estreno de las películas.
Una escena campesina de la película.