En general, los intérpretes de «Hombres del Sur» se desempeñan con acierto. Casi todos son actores profesionales y no caen en los errores que hemos visto en otras películas hechas por aficionados. En el numeroso elenco, se distinguen Luisita Aguirrebeña, Blanca Arce y el duo Gutiérrez Padilla. A pesar de hacer un brevísimo papel. Fernando Settier sobresale como el actor de más calidad. Es el que posee mayor dominio y sobriedad.
Es indispensable que ante la pantalla trabajen actores experimentados. Ya hemos visto con frecuencia como el aficionado se aterroriza ante la máquina, y el esfuerzo por disimular su espanto le produce una exagerada rigidez facial.
Las caras rígidas parecen máscaras, máscaras heladas que pronuncian palabras que no sienten. El miedo también le resta flexibilidad a las frases, y así los aficionados hablan con una monotonía desesperante. Esta es la causa por la cual el aficionado habla como un escolar que repite una lección. En el mismo caso de miedo. El aficionado y el escolar están asustados ante el lente y el profesor.
Para probar si una persona puede actuar en una película, es indispensable que ante todo se analice la flexibilidad del rostro y de la voz. La flexibilidad es la creadora de los matices. Así aparecen los rostros transparentes y las voces expresivas que logran dar a las frases algún colorido.
Además, los aficionados no tienen el menor conocimiento acerca de la forma de emitir la voz. Les ocurre a menudo ese fenómeno que en el teatro se llama «desinflarse». La frase que empieza sonoramente, termina en un suspiro imperceptible. También el aficionado no sabe acentuar la frase en la palabra que le corresponde.
Es sensible tener que ha blar de las nociones del arte escénico, pero conviene repetir estas cuestiones, rudimentarias, hoy que mucha gente cree que sólo se necesita audacia para interpretar un personaje.