MIS ESPUELAS DE PLATA.– Producciones José Bohr
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CARECE de pretensiones ese plan fílmico, que se inició con “Tonto Pillo”, y que ahora muestra “Mis Espuelas de Plata”. José Bohr, que lo suscribe, como director y productor, se ha propuesto pasar el tiempo, y, al ofrecerlo al público, quiere que éste se limite a pasar el rato . . .

Si juzgamos “Mis Espuelas de Plata”, dentro de este predicamento, resulta estéril buscar una perspectiva artística en esta película. No la tiene, en primer lugar, porque los medios materiales han sido escasos y ni siquiera alcanzaron para trazar un set interior, decoroso y reluciente. Y tampoco la tiene, en segundo y último término, porque aunque las disponibilidades escénicas fueron mengüadas, nada en la composición temática o en su desarrollo revela una inquietud artística, una esperanza, una promesa. El director se limita a ordeñar el enfoque de un diálogo, que tampoco es relevante, a diferencia, por ejemplo, con lo que ocurre con los buenos libros, que no disponen de una impresión de acuerdo con los últimos adelantos de la técnica, pero que siempre siguen siendo buenos.

A pesar de todo, hay vena potencial en los intérpretes de “Mis Espuelas de Plata”. Arturo Gatica, el nuevo galán, puede confiar en el porvenir, siempre que disponga de una experto director de fotografía. Plácido Martín, la auténtica segunda figura del elenco, conforma su personaje a sus condiciones de actor sobrio y bien plantado. Iris del Valle, la primera figura femenina, saber serlo, porque revela virtudes histriónicas innatas. Luego cumplen sus papeles Lucy Lanny, Arturo Gozálvez [sic], Conchita Buxón y Sergio Romero.