Crítica de cine: «La Araucana»
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La película ha sido hecha a medias por productores españoles y chilenos. Lo de “a medias” es un decir. España aporta en el total de la empresa (económica, artística, técnica) algo así como el 90 por ciento; Chile, el diez por ciento restante.

Tomemos un caso más. Los dos actores principales, Elsa Martinelli (Inés de Suárez) y Venantino Venantini (Pedro de Valdivia) son italianos. Los actores chilenos son personajes menores. Y si en la leyenda o en la historia no admiten esta clasificación, su presencia en el film es mínima. Juan Pérez Berrocal encarna a Colo Colo. Elena Moreno es un machi y Armando Fenoglio un médico. El director y los elementos técnicos son españoles.

Las películas basadas en hechos de historia son mediocres y a menudo una mascarada. Los directores, gente a menudo ignaras en este dominio, suelen trasgredir los hechos. A mi juicio lo más deplorable suele ser la falsa ambientación y el desdén por situar los acaecimientos del pasado en su tiempo o en el que se supone que fue su tiempo.

Veamos lo que en la versión fílmica del poema de Ercilla sucede.

Hay sin duda alguna libertad interpretativa de la historia, pero también, debe reconocerse, respecto y deseo de ennoblecer la gesta. O mejor dicho, de dejarla en lo posible dentro de lo que fue. Estos episodios de los albores de nuestro nacimiento como país no necesitaban – si se quedan en su verdad – de ser ennoblecidos.

El guión se ha extraido del poema épico escrito por don Alonso de Ercilla y lo ha confeccionado Enrique Campos Menéndez, pluma, aguda en “Kupen” y en “Fantasmas”. Su visión optimista de la patria y su espíritu amplio son garantía ante cualquier riesgo dogmatismo.

En aquel 10 por ciento de colaboración entra pues Campos Menéndez. Y su peso es considerable. La densidad del aporte lleva la magra cifra a un plano más alto.

Esto no quiere decir que el libreto satisfaga del todo. Pasemos por alto los posibles desacuerdos con la historia. En realidad ni los mismos historiadores coinciden en la interpretación. Parece que había dos maneras de entender el papel de Lautaro (Víctor Alcázar): como entidad mágica mezclada en deslealtad, o como hombre que reveló gran capacidad para la guerra. En 18854 Leopoldo Castedo encomia sus dotes y dice: “Copió sus métodos guerreros (de los españoles)” e “improviso con su genio guerrero y su poderosa imaginación sistemas propios adecuados al terreno y a las circunstancias”.

“Tenía –agrega, sin que sepamos cómo lo sabe– una fuerza magnética sorprendente”.

En el film se ha optado por presentar los incidentes de batallas que no difieren de algunos de los episodios habituales en los “westerns”. El director español Julio Coll (“Tarde de foros”) ha preferido matar al capitán de la Conquista acribillado a flechazo en vez de someterlo al golpe de macana y al despedazamiento ritual que luego siguió.

Otro defecto del film está en no dar la impresión física del tiempo transcurrido. Desde que Valdivia sale del Cuzco, entero de 1540 hasta la batalla de Tucapel transcurren mes a mes, 14 años. En la cinta la intuición del tiempo que pasa no se señala.

La película no pretende seguir paso a paso el poema épico, pero debería haber recreado con más intensidad y profundidad la vida en los albores del Chile que surge.

En un tanto esquemática y bidimensional.

A mi juicio lo más encomiable de “La Araucana” está en que su director no ha tratado de utilizar el lenguaje de los especialistas de historia: la literatura, sino otro distinto: el lenguaje propio del film, la imagen con todo lo que ello implica. Estas son cosas sabidas, obviedades, que suelen ser olvidadas. La fotografía es muy bella.

Lo primero que resalta en “La Araucana”, aparte el valor que pueda dársele y por encima de los reparos que le hemos hecho, es el tono “internacional”. Quiero decir que, mejor o peor, el film de Coll puede parangonarse con la producción habitual en nuestras pantallas. Desgraciadamente “La Araucana”, filmada en parte en Chile, basada en el poema épico inmortal de la chilenidad no es propiamente una película chilena.

Pero el público no dejará de verla con interés. Es –creo– comercial, dignamente comercial y, a la vez está hecha con plausible decoro. Si fuera totalmente chilena y en un elemental cotejo con lo que aquí suele hacerse, no resultaría abusivo calificarla de excelente. En menesteres de juicio la relatividad debe contar.

Inclusive la interpretación alcanza ese tono “internacional”, destaca el “profesionalismo”. Y es una ventaja. De haber sido interpretados los “roles” principales por actores nacionales (y los hay) habría actuado un elemento negador de historicidad y verosimilitud. El encanto de una Inés de Suárez interpretada por una actriz que viéramos constantemente en los escenarios y en los “sets” de TV se habría roto.

Critilo

La Araucana”, producción chileno-española en color y en Cinemascope. Dirigida por Julio Coll. Interpretada por Elsa Martinelli, Venantino Venantini, Victor Alcázar, Juan Pérez Berrocal, y otros. Producción por Lautaro Films. Censura: menores. Salas de estreno: Cines Bandera, Rex, Las Condes y Gran Avenida.