Lo primero que intentó el periodista fue un resumen responsable. «Antes de sumergirse en el mar de informaciones, cifras, comparaciones, proyectos, por favor, una frase que refleje la situación actuar”. Y la frase llegó:
—Chile Films inició su despegue durante el paro patronal de octubre, y en este año ha superado problemas básicos administrativos y de organización.
Pasamos una mañana entera en Chile Films, en su extenso terreno de Avenida Manquehue, incursionando de pronto en sus instalaciones, en sus novedades y antigüedades, en la inmensa «colmena» que parece un hangar para aviones gigantes. Hablando, de paso, con unos y otros: técnicos, montajistas, maquetistas, directores. Este es el discutido Chile Films (¿quién no habla mal de él?) que ahora declara que está en pleno despegue.
Mi impresión como informador, después de los «roces» con la Empresa Estatal de Cine (filial de CORFO) —ver Chile HOY 35, pág. 24; 41, págs. 24 y 43, pág. 2— fue la de visitar a un enfermo que dice que se siente mejor y que es una «leyenda negra» propagar que está grave. Siguiendo este juego, no hablamos de la época aguda de la enfermedad y sólo nos interesamos por cómo se siente ahora y cuándo se restablecerá del todo, cuándo superará la convalecencia.
«El AÑO DE LA CALIDAD»
Nuestro interlocutor principal —delgado, ojos vivos, bastante preciso cuando se le pide afinar— es Douglas Hübner, 30 años, documentalista, secretario ejecutivo del Area Creativa de Chile Films y ahora reemplazante del Gerente de Producción. Inició su carrera en el cine en 1964, como ayudante de dirección de Helvio Soto en Yo tenía un camarada. Desde entonces, filma sin tutores.
Mientras habla dibuja círculos en un papel y marca con iniciales (PP producción propia, C coproducción…) los trabajos y tareas. Detalla la producción de documentales:
—Aunque nos propongamos no hablar del pasado, habrá que rozarlo a veces. El promedio de documentales antes era de seis a ocho al año en 35 milímetros. En el año 72, produjimos 48 documentales (23 de 35 mms., 8 de 16 y el resto en trabajos para televisión).
Interrumpo:
—Pero la calidad de estos documentales no es en general alta. He visto algunos y parecen de una terminación y montaje apresurados. Les falta tensión cinematográfica, interés.
—Es cierto. La calidad no es uniforme. Podríamos decir que 1972 fue «el año de la producción» y 1973 será «el año de la calidad». No pensamos este año superar esa alta cifra, pero si estamos decididos a mejorar y cuidar cada uno de los documentales. Sin duda, el prestigio cinematográfico de un país «se mide en largometrajes». Los éxitos de Littin y Guzmán afuera lo demuestran. Pero para un desarrollo coherente del cine chileno y para la transición al socialismo es indispensable una producción intensa y eficaz de cine documental y didáctico para el consumo interno.
ACTORES OBREROS
Son variados los temas de estos 48 documentales 1972. Algunos pertenecen al Plan Corporación de Fomento-Chile Films: una sinopsis industrial de Chile (Apuntes para una geografía, en color), una mujer obrera da a tus un hijo y piensa en su futuro (Historia para una madre, 10 minutos, también en color); la necesidad de que los campesinos se organicen y mecanicen la agricultura para producir más (Trabajar toda la tierra), las sugerentes preguntas y respuestas de una señora del Barrio Alto al Ministro de Economía (Abastecimiento, un «documental reverberante», dirigido por Raúl Ruiz que vimos filmar: ver Chile HOY 37, págs. 24-25).
Hace poco se concluyó el de Patricio Guzmán titulado La Respuesta, y filmado en el Cordón Cerrillos. Esa respuesta es la que lanzaron los trabajadores a los promotores del paro patronal. Dura 50 minutos y se estrenó ya en industrias y poblaciones industriales.
Pero uno de los documentales que han inquietado en Chile Films, por las posibilidades que abre, es uno de 30 minutos, filmado en 16 mms. en modesto blanco y negro. Se titula ¿Crees tú que yo pueda? y lo dirigió Luis Cornejo. Este es su esquema: una pareja obrera, él es analfabeto; ella, obrera textil y estudia para perfeccionarse en su oficio. Esto produce choques en la pareja. El conflicto llega a su más viva temperatura cuando el hijo pequeño del matrimonio le pide al padre: «papá, escribe aquí Bernardo O’Higgins». El filme abordó un experimento: sus intérpretes son todos obreros —de Textil Progreso y FENSA— y dieron a sus papeles una convincente autenticidad. Hübner me indica que piensan seguir esta línea. Realizar una serie de películas, sobre temas directos populares, actuadas por los mismos trabajadores.
CON EL CINE A CUESTAS
Hay una pregunta: ¿Cómo difunden ustedes estos documentales que a veces ni se dan en los cines comerciales? ¿Cómo los puede ver el pueblo? Hübner responde mientras dibuja trayectos sobre una carilla:
—En 1972 Chile Films inició la distribución de documentales en 35 mms. y el 1.º de enero de este año empezamos a distribuir películas en 16 mms. Tenemos tres equipos móviles que recorren industrias, poblaciones, centros de madres, organismos sindicales y comunitarios. Los móviles llevan el cine a cuestas. Recibimos además pedidos de documentales desde provincias. Los prestamos sin costos. Cada equipo móvil consta de un trio humano: el chofer, el proyectorista y el monitor. A veces, el chofer es también el operador. Como al final hay una especie de foro con el público y se conversa y discute sobre las películas, para eso está el monitor. Suelen ser muy jóvenes. Para 1973 tenemos un proyecto: ampliar a 10 los equipos móviles e incluso tener algunos fijos en provincias. Descentralizar el cine. Este año, solamente hasta el pasado marzo, han visto nuestro cine móvil (a veces llevamos programas completos, no sólo documentales) cerca de medio millón de personas.
CREAR Y RECONSTRUIR
Douglas Hübner (ahora no dibuja) me explica con calma que, a veces, cuando un realizador está filmando y Chile Films no «‘le atiende bien», le echa la culpa a la burocracia y no piensa que la infraestructura de la Empresa es más pobre de lo que se cree. Entonces maldice y dice cosas que a veces son injustas.
Algunos datos precisos:
Laboratorio: existía uno viejo, caduco, que no tenía capacidad ni siquiera para procesar el noticiario. En vista de eso, se usan otros laboratorios ajenos, que en ocasione; producen «problemas terribles'». Incluso a veces tuvieron que enfrentarse a la amenaza de tener que cortar la producción porque los laboratorios estaban de vacaciones. Solución: van a construir un laboratorio nuevo y hermoso (Hübner me señala los terrenos, dentro de Chile Films) que incluso podrán servir pedidos del extranjero. El edificio estará listo a mediados del 74. Los modernos equipos —importados de Francia— ya están aquí, embalados, mientras esperan que su local esté listo.
Moviolas: Estos aparatos son el alma mecánica indispensable del montaje, verdadero «corazón de la inventiva cinematográfica». Hasta ahora, Chile Films contaba con dos antiguas moviolas Atlas y otra norteamericana casi en desuso, más otras dos también yanquis totalmente inútiles. Estas tres últimas están en proceso de reutilización. Es un trabajo complejo donde la inventiva obrera chilena tiene que hacer alardes de ingenio. Prácticamente se estén haciendo injertos mecánicos en las viejas moviolas y en cuatro meses más deben estar listas. Pero en este rubro hay una buena noticia. Los técnicos de Chile Films me la repiten como niños con los que el Viejo Pascuero se portó mejor de lo que creían. Llegaron este mes, y ya están instaladas en pleno trabajo, dos enormes y preciosas moviolas italianas Prevost, con seis platos amplia y luminosa pantalla y fácilmente convertibles (son una maravilla mecánica, aunque uno no entienda) de 35 mms. a 16 mms. Me llevan a verlas funcionar. Veo un nítido fragmento de un noticiario y algo inesperado: algunas secuencias del primer filme de animación chileno. Lo realiza Hugo Jaramillo y un entusiasta equipo joven: se titula Una aventura en el espacio. Seres extraterrestres, laboratorios espaciales, interiores y paisajes planetarios aparecen en la pequeña pantalla de la moviola a pleno color. Los muñecos se mueven con una naturalidad y fluidez notables. Son muñecos «de verdad» y se filman a fuerza, de millares y millares de fotos fijas. Todo a costa de inagotable paciencia: levantar un brazo del muñeco un milímetro (foto) otro milímetro (otra foto). Y así. Esta cifra dará una idea de su dificultad: se necesitan ocho horas de trabajo incesante del equipo de animadores para lograr filmar 20 segundos de movimiento, de cine. Me muestran las excelentes maquetas que sirven de escenarios y me anuncian la fecha del estreno: junio de este año.
EL GOBIERNO COMPRENDE
Hay también otros problemas que hay que vencer para que el «despegue» sea airoso. En Chile Films hay una sola sala de proyección. No basta. Se está construyendo un nuevo «microcine» que estará funcionando el próximo julio. No hay en la empresa una sola cámara de 16 mms. Hay que arrendarlas para trabajar con ellas. Se compraron en Europa tres cámaras Payard de ese milimetraje que llegarán en agosto. Las cámaras de 35 mms. (ahora hay cinco) se aumentarán a siete con dos importadas que llegarán de julio a septiembre. Además, los obreros-técnicos reviven otras tres que estaban «enfermas».
Hübner está optimista con el futuro de la empresa. Cree que el Gobierno de la Unidad Popular ha comprendido la importancia decisiva del cine en un proceso como el chileno. También cree que la presencia de Eduardo Paredes, flamante presidente ejecutivo, es beneficiosa desde el punto de vista de reorganización administrativa: «Llega a las nueve en punto, trabaja, sabe lo que hace en ese aspecto«. No cree que la burocracia de Chile Films sea excesiva (son 168 personas en total) sino que estaban mal distribuidas y «sin una organización coherente y estricta».
Otra información de Hübner: «Hemos presentado un presupuesto al Gobierno. Sabremos el resultado final alrededor del 20 de este abril. Con esta cifra produciremos lo que realmente podemos hacer. No a ciegas. Cuando nuestros equipos estén listos (los que nos llegaron, los que vienen en camino, los que estamos recuperando y reparando sin reposo) podremos hacer: un noticiario a la semana (lo dirige el periodista Eduardo Labarca) con 26 copias para su amplia difusión, cuatro documentales de 35 mms. al mes, 3 ó 4 documentales de 16 mms. mensuales y —como mínimo— dos largometrajes argumentales al año«.
INSTITUTO, CINEMATECA Y SALUD
Sobre otro tema candente del cine nacional —la creación del Instituto del Cine (Chile HOY 35, pág. 24) —Douglas Hübner dice:
—En la medida que Chile Films continúe desarrollándose en forma armónica, de hecho se convertirá en el Instituto Nacional del Cine. Piense que nosotros recibimos Chile Films a finales de 1970 y no ero más que una productora. A finales del 71, la empresa era ya productora y distribuidora. Hoy es productora, distribuidora, nace como exhibidora (tenemos tres salas: Bandera, Pacífico y Lota) y estamos ya creando al cuidado de Darío Pulgar —que es un experto— la Cinemateca Nacional. Para ello se seleccionan títulos y se rescatan materiales nacionales. Por ejemplo, se está rehaciendo en copia nueva de 35 mms. —en colaboración con el Cine Experimental de la U. de Chile — el famoso «clásico» del cine chileno: El Húsar de la Muerte, de Pedro Sienna.
Durante la mañana en Chile Films, vimos trabajar a los técnicos. Escuchamos palabras de inmediata esperanza en que todo va mejor e irá mejor. Algunos están heridos por las opiniones negativas. Ojalá todo sea cierto, todo vaya bien. El «enfermo» se encuentra sano: dice que está en pleno despegue, que pasó el peligro, que ahora lo que quiere es trabajar y que no necesita médico, aunque —tal vez— aún tenga que pagar parte de la cuenta.