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Santiago, Chile
Al principio ofrece sus servicios para “la manufactura de películas; toma de vistas de fiestas sociales, Pic Nik, y establecimientos industriales”, y no mucho tiempo después en la revista Chile Cinematográfico seinforma que Giambastiani está filmando Santiago Antiguo, obra que recrea las costumbres de las principales familias de la época de la Independencia, y que un grupo de damas había presentado antes en las tablas con gran éxito en el teatro Municipal. El estreno de la película tiene lugar el 15 de octubre de 1915 en el exclusivo teatro Unión Central y la prensa se apresura a elogiar “al hábil e inteligente señor Giambastiani”. Tras este reconocimiento, las puertas del mundo social se abren para él, su nombre empieza a ser requerido y respetado, y debe ampliar su taller, arrendando el interior del teatro Dieciocho.
En los meses siguientes continúa con la filmación de documentales y noticiarios: Actualidades santiaguinas (1916), Carreras de automóviles de Santiago a Peñaflor (1916) son algunos de ellos, para realizar luego el primer largometraje de ficción de que se tenga registro en la filmografía chilena, La Baraja de la muerte (1916), con argumento del poeta Claudio de Alas, quien se basa en la historia del asesinato de una mujer cometido en esos años. La Municipalidad de Santiago prohibe su exhibición, so pretexto de que el juicio está aún en curso, pero Giambastiani elude la dificultad estrenando la película en Valparaíso. Tiene allí una gran acogida de público, y la prensa abunda en elogios, alabando la fotografía, “los originales efectos de contraluz, las puestas de sol y los interiores”, lo que se traduce en una inyección de entusiasmo y de capitales a la naciente industria cinematográfica criolla. De inmediato, gracias a que se asocia con Guillermo Bidwell y Luis Larraín, productores desde 1911, se inician las filmaciones de una serie de vistas de actualidades: Las fiestas patrias en Santiago, La gran parada militar del 19 en el Parque, Fiesta estudiantil --encargada por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile- Actualidades serenenses, etcétera.
Pero las realizaciones más importantes son las películas de ficción: La agonía de Arauco, con argumento y dirección de Gabriela von Bussenius y dirección técnica de Giambastiani, filmada en 1917, y El hombre de acero, del mismo año, creación colectiva y dirección artística de Pedro Sienna. Al año siguiente, la Federación Deportiva de Antofagasta le encarga el registro de una competencia que titula como la Coronación de los vencedores de las Olimpiadas de Buenos Aires. Poco después la sociedad con Bidwell y Larraín se disuelve, y Giambastiani se traslada a la ciudad de Talca y viaja a otros puntos del país, filmando documentales de los que no se tienen detalles. En 1919 estrena Recuerdos del mineral de El Teniente, que es el único film de Giambastiani que ha logrado rescatarse. Doce minutos fueron restaurados en 1957 por Patricio Kaulen y Andrés Martorell, aunque el destino actual de este material es incierto. Por sus méritos y sus contenidos (la investigadora Alicia Vega constata que “con gran sencillez, informa de aspectos de la vida del mineral, registrando las condiciones de trabajo, las diferencias sociales y las miserias de un centro de producción”), este Recuerdos del mineral de El Teniente se considera el verdadero comienzo del documental en la cinematografía chilena.
En 1920 produce con argumento y dirección de Pedro J. Malbrán, Cuando Chaplin enloqueció de amor, una farsa cinematográfica sobre las fiestas de carnaval de los estudiantes universitarios. Ese mismo año filma La exposición agrícola e industrial de Temuco, que según lo que registra la prensa, es más un documental que una simple “vista de actualidades”, por la atención que presta a las costumbres y fiestas tradicionales de la región. Al año siguiente, el popular actor Pedro Sienna le confía la parte técnica de Los payasos se van, junto con la producción, de lo que será el debut como director del popular actor. Está en plena actividad cuando enferma gravemente y debe abandonar la filmación, falleciendo apenas dos meses después de su estreno. Han sido apenas seis años de trabajo, pero las enseñanzas de Giambastiani a una serie de técnicos y directores que bajo su aliento animan en ese tiempo la incipiente industria cinematográfica nacional, se consideran fundamentales. “Un caballero de la cinematografía; con un espíritu artístico mil veces superior a su espíritu comercial”, señala un diario al informar sobre su desaparición. Tras su muerte, su productora se dedica a proporcionar equipos y personal técnico, siendo su cuñado Gustavo Bussenius quien durante algún tiempo se hace cargo de la empresa, que seguirá usando el nombre de Chile Films Co./ Salvador Giambastiani Films.
(Por Eliana Jara, extraído del "Diccionario del Cine Iberoamericano"; SGAE, 2011)