No hay ayuda que pueda salvar a este «compadre»
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Con un guión pobrísimo, y en colores, Germán Becker presenta un cine de cartón, cremoso, ornamental, acaramelado, falso, como todo lo que “brilla” externamente – y en demasía –, en su película “Ayúdeme Ud. compadre”, que acaba de estrenarse en diez salas de la capital.

Un film no se salva solamente por contar con una disponibilidad de elementos técnicos y una variada banda musical. Aunque pretenda inscribirse dentro de la categoría de los documentales – en este caso un potpourri de “chilenidad” – toda película necesariamente, ha de basarse en una arquitectura interna, en un ordenamiento del caos, por más buen potpourri que sea.

Sin embargo esta “sonora” película de Germán Becker falla por exterioridad, por “folklorismo” de postal aérea, por confusión, por conciliación, por una terrible ambigüedad, por un exceso de vulgarismo de soluciones de cliché (como es el caso de preparar el fin del film con el estallido de fuegos artificiales), por una promovida orquestación.

Desde las primeras escenas surge la impresión de que el dúo humorístico-musical “Los Perlas” ha de constituirse en algo más que en un simple puente servil a través del cual el director de la cinta mostrará sus preferencias lanzará sus cartas sobre la mesa. Nada de eso sucede. La cámara “utiliza” a “Los Perlas” se val de ellos para salvar situaciones, para cambiar de dirección o de tópicos, para reforzar a menudo escenas débiles, insostenibles por sí solas, mediante el arranque inesperado de un chiste, de un gesto, de una canción.

El cine es secundario en este film de Becker. Es empleado decorativamente y tiene la triste misión de graficar y dar escenografía – de cartón o al natural – a esta “canción para todos”. En esta babel de neocriollismo con infiltración “cultural urbana” entre go-gó y compases de cueca hay constantes pérdidas del ritmo fílmico. Hay a veces, el obscurecimiento total de la pantalla, y la salida agistada, por un corte de aliento hacia reiteradas incongruencias. Se intenta, por ejemplo –sin lograr huir de la caricatura – fusionar realidad y fantasía en una suerte de mistificación del héroe José Miguel Carrera, a fin de realzar la vigencia de su espíritu independista y ¡con qué increíble soltura de cuerpo y descaro histórico!, a escena seguida aparecen en la pantalla cientos de lingotes rojos de cobre en poder de los explotadores yanquis, que van siendo embarcado con destino desconocido… La cámara confunde cuando sugiere sin decirlo, que el mineral sale a luz, libre, como una riqueza rescatada por Chile, por este Chile falso y chovinista que se descascara y desploma en “Ayúdeme Ud. compadre”, como un dios de papel picado venenoso.