Natalia: Opus 1 de Irarrázaval
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No le importa que lo tilden de desatinado o “fuera de tiesto” por haber filmado una película romántica, con abundante color y vestuario exclusivo, en una época en que proliferan los mensajes sociales a través del cine latinoamericano. Felipe Irarrazaval (24, soltero) quiso entregar a través de Natalia su primer largometraje, un sueño de amor que al convertirse en realidad y aterrizar en “un mundo cargado de materialismo y guerras”, muere irremisiblemente:

Natalia es un poco la encarnación de lo que es la juventud de hoy: auténtica y dispuesta a entregarse libremente a la vida sin pensar en las cosas lógicas, que al final terminan por fanarle la partida.

La película surgió como su primer gran experimento cinematográfico. El joven director se inició en este campo en 1965, como asistente de director de cortos comerciales en Emelco; recién había abandonado la escuela de leyes y desertado absolutamente de los códigos porque no le permitían expresarse en forma libre. Esa primera escuela de cine le aportó beneficios y se sintió con el suficiente training como para pensar en un largometraje.

Al margen de la dirección de películas para detergentes, chicles y shampoos, Felipe Irarrázaval escribió varios guiones cuyos temas giraban en torno a lo afectivo que dieron origen a Natalia. En octubre del año pasado, el director se asoció con el productor Carlos Ducci y en diciembre comenzó a rodarse la película.

-Decir que el cine no es un arte es prostituirlo. Siempre pensé que había que combinar su enorme poder de comunicación con una finalidad artística; por eso pensé en Natalia como una película “bonita”, agradable a la vista y con un mensaje (no lección) de amor. Quiero que el público se vea en este film y que no observe desde fuera a un personaje-tipo. Natalia es cada uno de nosotros, con nuestros anhelos e indefiniciones.

ercilla3_17061970.jpgPara elegir al protagonista, Irarrázaval no dudó en dirigirse a Pepe Guise, quien se adecuaba físicamente al papel de hombre madura y de excelente situación económica que de repente se hastía de todo, parte en su auto sin dirección alguna y se encuentra con Natalia, encarnada por Inés Oviedo, modelo profesional: “Desde que concebí el personaje me impuse un físico, que afortunadamente encontré en Inés. En Chile no hay actrices de cine; no voy mucho al teatro, pero creo que la diferencia entre ambos campos salta a la vista. Con Inés hicimos trabajo “de mesa”; la dirigimos en todo momento. Si hay fallas en ella es culpa nuestra”.

La película se rodó en gran parte en la playa y el pueblo Matanzas; otras escenas transcurren en la carretera Santiago-San Antonio y en los estudios de Emelco. La historia del encuentro entre Juan y Natalia se interrumpe a momentos con secuencias de la infancia y el subconsciente de la protagonista.

-Me sentiría el tipo más feliz del mundo si me dijeran que en Natalia hay huellas de algunos grandes como Lelouch, Fellini y Resnais. Son las figuras que más admiro en el mundo del cine; copiarlos no es ningún pecado, y no puedo negar influencias. Las escenas de la carretera, los paisajes  los perros a la orilla del mar tienen mucho que ver con Un hombre y una mujer, Lelouch.

Con la misma valentía que defiende la relación con sus “inspiradores”, el cineasta es enfático al decir que Natalia es un film con pretensiones artísticas, pero también comercial: “Miguel Littin produjo una película de extraordinaria calidad y que no por eso dejará de darle ganancias. Yo también tengo que comer con Natalia, y espero que guste al público. Le tengo un poco de miedo a la crítica, pero…, bueno, es una prueba por la que todos debemos pasar”.