Hernán Garrido: ¡Prontuario!
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Director: Hernán Garrido. Chilena, 1969.

Son muchos y muy serios los temas implícitos en ¡Prontuario!, pero la película cometió un gran error carece de objetivos claros. Queda la sensación de que se hubiese reunido la mayor parte del material, planteándose sólo a esa altura la interrogante de cómo darle forma definitiva.

Es una lástima que no hubiera una planificación mayor, porque Hernán Garrido (camarógrafo de Canal 9) dedicó varios años a la preparación del film y logró el casimilagro de completarlo con un mínimo de recursos. Su tesón es digno del mayor respeto, y bien merecía resultados mejores.

El eje de la película es la historia de René Cerón Pardo, quíntuple homicida, indultado tras cuatro asesinatos y una operación de lobotomía, que tenía por objetivo extirpar sus instintos agresivos, reincidió, retornando a la cárcel. El propio Cerón colaboró como intérprete; se reconstruyeron parte de un infancia, algunos momentos de su vida en la Penitenciaría, el quinto asesinato y su posterior apresamiento.

Este “choro” chileno contrasta con delincuentes más sofisticados a nivel internacional: el uruguayo Julio Ignacio Scarpizzo oficia de galán, mientras José Roberto Rubio (“El Loco Pepe”) da una nota más bien cómica, exceptuando un momento en que teoriza sobre sociedad y delincuencia.

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En un documental sobre tales personajes, con el ambiente de la Penitenciaría por fondo, el realizador tiene dos alternativas básicas, exponer temas o problemas específicos, señalando su punto de vista personal frente a ellos, trátese de causas o de soluciones. O bien, plantearlos en forma abierta, dándole al espectador el máximo de antecedentes para que forme su propio criterio al respecto.

El error de Garrido fue no optar por lo uno ni lo otro, y el texto de la narración, que en parte pudo salvar la película, es débil.

Sin embargo, hay instantes en que las imágenes adquieren vida propia. La visión que dan, tanto de la cárcel como de la Penitenciaría, es desolada, desoladora. Es el reflejo de un ambiente diagonalmente opuesto a aquello que al criminal le podría dar la oportunidad de regeneración.