Teatro Santa Lucía.

Vista con ojos de espectador, la última producción de Chile Films resulta en general agradable. El espectador se retira con la grata sensación de haber visto una película que si no le satisfiso plenamente, por lo menos lo entretuvo. Es, sin duda, el mejor logro del sello chileno.

El encuadre cinematográfico de la obra de Arniches es deficiente. Cae en el error de no plantear en el principio las situaciones que darán pie al público para apreciar la comicidad de sus diversas situaciones, empeñándose en desenvolver lentamente la intriga. De allí que pierda efectos reideros, la actividad nerviosa del Padre Pitillo, que Córdoba encarna con eficiencia, pero sin hacer creación.

La dirección artística es débil, notándose sensibles fallas en el énfasis del diálogo. Chela Bon actúa sin apoyo, defendiéndose lo mejor que puede con su joven experiencia. Y no logra mucho, por cierto. El mejor desempeño en los roles secundarios corresponde a José Pi Cánovas. Semillita y Teresita, corrientes.

La cámara, muy buena. Agil y acertada.

Muy simple y no siempre afortunado el fondo musical.

EN RESUMEN:: Una película que se ve con agrado, sin que sea necesario hacerle la rebaja por tratarse de una producción chilena.