Volantín Cortao: Cuando los mundos se encuentran
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El cine chileno en general ha tenido poca fortuna cuando ha intentado acercarse a la marginalidad. Son pocas las películas nacionales que han logrado mostrar el mundo delictual sin caer en estereotipos y juicios recargados. Volantín Cortao no sólo lo logra, sino que además consigue que el espectador sea capaz de sentir cariño por esos personajes que en los medios de comunicación son cifras criminales y protagonistas del espectáculo del temor.

La honesta pregunta de cómo es que vive un joven lanza es lo que movilizó el guión de este filme. Curiosidad que motivo una larga investigación y que terminó dando origen a una historia en donde una estudiante de servicio social llega a hacer una pre practica a un centro del Sename y, decepcionada de como funcionan las cosas, termina haciéndose amiga de uno de los jóvenes delincuentes que habitan el lugar.

La relación entre estos dos jóvenes de realidades tan distintas va dando cuenta de los diferentes mundos que hoy conviven en nuestra sociedad. Una sociedad marcada, según han señalado los mismos directores, por el apartheid del acceso económico donde cada vez es más difícil salir de los círculos en donde el sistema nos instala.

La eficiente manera en que está construida esta película hace que las reflexiones sociales que contiene aparezcan en el espectador luego de involucrarse con la historia y generar empatía con este par de jóvenes descontentos y en constante búsqueda. La estética documental del filme y la frescura de ambos protagonistas -sus gestos, su humor, su desenfado- permiten adentrarnos fácilmente en la realidad que se nos cuenta e ir con ellos mientras van descubriéndose.

Este filme es el trabajo de egreso del año 2012 de la Escuela de Cine UDD y es la segunda película de sus directores, que previamente estrenaron en el Festival de Valdivia el filme Chaitén. Es quizá esta misma energía vital del joven y entusiasta equipo de realización la que le otorga a Volantín Cortao esa actitud cercana y desprejuiciada que le da tanta eficiencia a la narración de esta historia.

Volantín cortao se instala en una potente tradición de cine social, de ese cine que huye de los discursos y que se dedica más bien a mostrar con honestidad, a emocionar sin efectismos y a dejarle el espectador el espacio para reflexionar sobre lo que acaba de ver.