«Un buen hombre»: En la carencia están las oportunidades
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Película parte de la Selección Oficial de Largometraje en el Festival Internacional de Cine de Valdivia 2023.

Un joven vuelve a su ciudad natal tras terminar sus estudios de cine en Santiago de Chile. La precariedad laboral del medio y la falta de trabajo lo obligan a regresar a Futamanque, pueblo campesino ubicado al sur del país, donde el cotidiano tiene otro ritmo e, incluso, suena diferente. Rubén debe lidiar con las exigencias familiares y un trabajo que no le gusta, además de la sensación de fracaso al no cumplir con sus expectativas de éxito laboral. Sin embargo, en el camino se reencuentra con una vieja amiga e inicia un proyecto sonoro que le hará reencantarse de aquel lugar al que no quería volver.

Un buen hombre es el segundo largometraje que dirige Alexis Donoso, una ficción con tintes de comedia, donde el chiste rápido y la empatía que provocan los personajes le dan una frescura agradable y necesaria a la película. Si bien, parte desde un lugar gris y seco, tanto por el presente del protagonista como por el escenario al que regresa, a medida que avanza la trama, todo comienza a llenarse de sonidos y colores. Donde primaba el aletargamiento aparece la acción y la necesidad de cambiar. El protagonista se transforma, pero también lo hace su entorno.

Rubén, interpretado por Juan Cano (Proyecto fantasma) de una manera muy natural, vuelve a compartir el espacio de lo íntimo en el hogar, especialmente con su madre, quien antes de su llegada pasaba mucho tiempo sola. Una mujer en plena crisis que se refugiaba en una serie de audios meditativos y telenovelas. El padre, por otro lado, existe, pero no está presente. Aparecen sus necesidades, expresadas en la voz de la madre. El imperativo de “ser un buen hombre”, como el hombre del hogar lo es. Una carga tremenda de expectativas familiares, personales y sociales con las que Rubén debe lidiar.

El protagonista se detiene a escuchar, pero no precisamente el deseo de su padre, o al menos no del todo. Escucha su entorno como si lo hiciera por primera vez. Las decenas de conversaciones que tiene con su vieja amiga, rol a cargo de Michelle Mella (Niñas araña), le dan una nueva mirada y lo aterrizan a su realidad, que no es tan seca ni terrosa como él la recordaba.

También aparece una voz mucho más personal que lleva a Rubén a desarrollar un proyecto que se desprende de su mayor pasión: el sonido. El cineasta traza las primeras líneas de una película que no llega a tomar forma, de la cual solo tiene clara su premisa sonora. Rubén se obsesiona con el sonido de quienes se refugian arriba de la copa de los árboles. Crea una caña casera para sostener el micrófono y se mezcla con el paisaje en busca de cantos de aves chilenas. “Me gusta escuchar pájaros porque son libres” dice el protagonista en respuesta a su afán de grabarlas, un impulso que transcurrida la película va adquiriendo más sentido, a pesar de que el proyecto de Rubén nunca logre tomar forma.

Futamanque, es un pueblo inventado que cobra vida a medida que la película avanza. Donde no pasa nada y existe la posibilidad de que ocurra todo. Como si hubiese caído del cielo, Rubén encuentra trabajo en el área audiovisual de la municipalidad, que parece ser el lugar con mayor proyección laboral del pueblo. Un espacio institucional que funciona como el único camino a ese éxito que tanto desea su familia que alcance. Rubén tiene un ojo crítico y difícil de satisfacer. Mira en menos sus tareas, pero inesperadamente se deja conquistar por sus compañeros de trabajo, especialmente aquel interpretado por Koke Santa Ana (Sin norte). Un personaje que inicialmente genera desconfianza, de comentarios machistas y desubicados, pero que se transforma en el mayor cómplice del protagonista. “En la carencia hay oportunidades”, le dice a Rubén con una liviandad injusta. Una frase que, sin duda, pone sobre la mesa el espíritu de la ópera prima de Alexis Donoso.

Un buen hombre es una película refrescante, con un reparto hecho a la medida, donde también destacan Marcela Medel, en el rol de la madre de Rubén, y Macarena Barros como una trabajólica y reprimida jefa de departamento. No podemos obviar al Cóndor, un personaje de presencial lineal en la película y que le brinda un tono absurdo al viaje del protagonista. A este volver al hogar repleto de impensados.  Donde el protagonista se sorprende tanto como quien mira la película. Un detenerse a escuchar de escenas cercanas, risas naturales y una grata sorpresa de lo que se acaba de mirar.