En medio de una pandemia mundial y obligados a la virtualidad, el festival de cine Sanfic realizó su edición número dieciséis. Sus fundadores, Carlos Núñez y Gabriela Sandoval miran en perspectiva este camino y destacan tres momentos que marcaron un punto de inflexión en la historia del certamen.
El debut. Sanfic 1.
Era 2005 y en Chile comenzaba a emerger una nueva camada de jóvenes realizadores, que años después serían agrupados bajo el término novísimo cine chileno. Matías Bize y su premiada Sábado y Fernando Lavanderos y la elogiada Y las vacas vuelan iniciaban la avanzada que hasta 2007 daría variados e innovadores trabajos. “Se trata de cineastas que hicieron sus primeras armas en espacios académicos y ello explica también la forma autorreflexiva que tienen muchas de sus obras”, expresan Ascanio Cavallo y Gonzalo Maza en el libro El novísimo cine chileno (Uqbar, 2010). Además de Bize y Lavanderos, aparecerán en la escena Sebastián Lelio, Sebastián Silva, Pablo Larraín, Alicia Scherson, Cristián Jiménez, Ernesto Díaz, José Luis Sepúlveda, Carolina Adriazola, José Luis Torres Leiva, Alejandro Fernández Almendras y Alberto Fuguet. Además de su contemporaneidad, los une “una preocupación por el espacio íntimo como territorio de conflicto”. (Cavallo, Maza, El novísimo cine chile, Uqbar, 2010).
Esta nueva generación de cineastas se transformará en protagonista de los cambios de nuestra cinematografía, que varios años después tendrá su apogeo en 2018 cuando la cinta Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, consiga el Premio Oscar a la Mejor Película Extranjera.
Es en ese contexto inaugural que surge el entonces Santiago Film Festival, bajo la dirección y gestión de Carlos Núñez y Gabriela Sandoval, y cuya primera edición se desarrolló entre el 3 y el 7 de agosto de 2005 en el Cine Hoyts de La Reina.
“Sentíamos que en Santiago faltaba un punto de encuentro entre los realizadores y el público. Nos parecía que existían esos espacios en festivales de otras regiones – como Valdivia o Viña- porque los que estaban en Santiago, eran festivales específicos, como Fidocs”, recuerda Gabriela Sandoval.
Para Carlos Núñez el contexto en que aparece el festival es fundamental. “Ese año 2005 se estaban gestando cosas importantes, estaban apareciendo películas nuevas, emergiendo un lenguaje nuevo incluso, era un momento muy especial y muy importante para el cine chileno, entonces era el momento preciso para armar este espacio”. Recuerda especialmente una conversación con Matías Bize, quien le hizo ver la necesidad de un festival en Santiago como los que había visitado con su cinta Sábado. “Me acuerdo que hizo ese comentario y nosotros le dijimos que ya estábamos trabajando en un festival nuevo con esas mismas intenciones”.
“Estas nuevas voces empiezan a surgir justo cuando empieza a nacer Sanfic, por lo que pudimos acompañar toda esa camada de directoras y directores”, agrega Gabriela.
En aquella primera edición, con una única competencia, la latinoamericana, la película Los muertos, del argentino Lisandro Alonso, se quedó con el Premio a Mejor Película, mientras que la directora brasileña María Ramos fue reconocida como Mejor Directora por su cinta Justicia y Play de Alicia Scherson recibió el Premio del Público.
Visitas estelares. Sanfic 7.
“Con alfombra roja se realizará la gala de inauguración de Sanfic”, titulaba un artículo del diario La Tercera el 19 de agosto de 2011 informando respecto a la inauguración de la séptima edición del festival. El certamen ofrecía más de cien películas procedentes de treinta países, además de la presencia de ilustres exponentes del cine mundial como el actor estadounidense William Dafoe, el cineasta israelí Amos Gitai, el director español Santiago Segura, el actor argentino Ricardo Darín, la actriz francesa Dominique Sanda, y la actriz colombiana Angie Cepeda, celebridades que exigían una puesta en escena mucho más espectacular durante la jornada inaugural.
Contar con esa cantidad de personalidades de la industria del cine en una edición es para los fundadores de Sanfic un hito importante en estos 16 años de vida. “Le ha dado otra dimensión al festival”, dice Carlos Núñez. Agrega que “fue muy importante la edición de 2011 porque la gestión de esas visitas nos permitió conectar con otros agentes de la industria a nivel mundial, lo que hizo que Sanfic fuera de Chile tuviera un reconocimiento mucho más rápido”.
Además de los famosos invitados, esa edición y las siguientes contaron con la presencia de programadores de importantes certámenes y organismos dedicados a la producción y distribución del cine, lo que sin duda benefició a las producciones locales. “Cuando empiezas el segmento industria, esta plataforma de conexión con otros espacios y empieza a crecer, sin duda es un hito dentro del festival. Nosotros lo habíamos pensado recién a diez años y lo hicimos antes porque obviamente fuimos moviendo las piezas y las cosas funcionan a veces más rápido de lo que uno espera. También contribuyó el hecho de que el cine chileno agarró un vuelo enorme, entonces los premios internacionales rebasaron todo y a todos los que tenían espacios de encuentro, no sólo a Sanfic”, explica Gabriela Sandoval.
“Esas visitas ayudaron mucho a que en adelante el festival fuera creciendo y que hoy tenga la fuerza y presencia que se necesita”, enfatiza Nuñez.
En la séptima edición de Sanfic la cinta alemana La canción de mí se quedó con el premio a la Mejor Película en la Competencia Internacional; Yulene Olaizola recibió el reconocimiento a la Mejor Dirección por su película Paraísos artificiales; Ulises de Óscar Godoy se impuso en la competencia de Cine Chileno; el cortometraje documental El elefante blanco, dirigido por Felipe Egaña, recibió el premio en la competencia Talento Nacional; el Work in progress distinguió a las cintas Sentados frente al fuego, de Alejandro Fernández Almendras, Joven y alocada, de Marialy Rivas y Ulises Morales, de Víctor Cubillos; y el Premio del Público fue para el documental de María Elena Wood, Locas Mujeres, que reconstruye la relación entre Gabriela Mistral y Doris Dana.
Favoritos del público
Gabriela Sandoval no puede precisar con exactitud el año en que el interés de los públicos por la programación de Sanfic creció abruptamente. Está segura que fue antes de la décima edición del certamen, pero lo que sí recuerda es el impacto que causó la cantidad de preguntas respecto a la venta anticipada de las entradas o la posibilidad de adquirir abonos. “Nos sentíamos como Lollapalooza, pero nosotros preguntándonos qué pasó”, dice.
Sin duda haber concitado el interés de los públicos es uno de los hitos de este camino iniciado en 2005. “Cuando empezás a ver las salas llenas, cuando empezás a ver que algunos directores te llaman cuando están terminando de filmar y te invitan a ver las últimas escenas del rodaje porque quieren ver si la película va a estar lista para Sanfic y empiezan a incluirte como espacio desde el desarrollo de sus películas o incluso cuando están montando, eso permite ver que el espacio está cumpliendo esta función de conectar con este público”, detalla Gabriela.
Pese a llevar 16 años trabajando por seducir a las audiencias con su programación, Gabriela asegura que “todavía nos queda mucho por hacer. Debemos continuar pensando en cómo seguimos atrayendo a las audiencias ya existentes y a las nuevas”. Recuerda especialmente el trabajo realizado en la sede del Cine Hoyst Parque Arauco. “Nos tocó trabajar en sectores donde el cine chileno no se veía y ahí programamos películas locales. Finalmente los espectadores salían sorprendidos y me acuerdo cuando se armaron los circuitos de exhibición que el Cine Hoyts Parque Arauco comenzó a ser una sede codiciada porque se estaba viendo cine chileno y la gente que iba ahí consumía cine chileno. Eso empieza a decirte que estamos abriendo un espacio, convocando a estas audiencias ya existentes porque cuando se estrenan estos grandes mainstream hacen un millón de espectadores. Entonces hay gente que consume cine chileno y tenemos que atraerlas hasta acá, más allá de todo el tema formativo que tiene a través de Sanfic Educa”.
“Cuando uno empieza a entrar en la agenda del público, y por otro lado cuando empezás a ver que las películas te tienen considerado para su estructura de distribución, es decir que te mandan los títulos a Sanfic, ahí te das cuenta que estás siendo una plataforma importante y eso también significa que estás cumpliendo ciertas metas que como festival teníamos”, concluye.