Teatros y cines: “La Dama de las Camelias”
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En uno de nuestros últimos comentarios sobre la industria cinematográfica chilena, y en nuestra detallada reseña de todas las actividades artísticas del año, anotábamos que el Cine Nacional, en el camino hacia su madurez, había tenido marcadas alternativas, porque, mientras una producción nos traía fundadas esperanzas de progreso, promisorias de un avance definido, otra, con una paso de retroceso, nos hacía caer en amarga desilusión. Y esto, por desgracia, se ha visto confirmado, en forma visible, en las exhibiciones de las dos últimas películas chilenas. El año 1946 terminó con un halagador campo de luz para nuestro cine con “El hombre que se llevaron”, y el año de 1947 se inicia con un paso hacia atrás con la realización de “La Dama de las Camelias”.

Esta producción ha contado con todos los medios para ser un buen exponente de los esfuerzos hechos hasta aquí en nuestros estudios; nítida fotografía, buena toma de ángulos, decorados apropiados y suntuosos, una primera actriz de las reconocidas facultades cómicas de La Desideria, otras figuras de condiciones como Manolita Fernández, García Ramos, Héctor Quintanilla, Plácido Martín, Juan Corona, Hernán Castro Oliveira, Alejandro Lira, Lucy Lanni, y un director fogueado como José Bohr; pero que no han podido mover las escenas sino hasta donde se los permite una argumentación sin mayor contenido, una adaptación sin lograda continuidad, un desarrollo confuso y un humorismo, generalmente, insípido.

Llegamos a ver la película con el mismo bien inspirado interés que siempre nos ha guiado el estímulo hacia la esforzada labor de nuestra industria cinematográfica; fuimos a olvidar preocupaciones, y fuimos, también, en busca de un poco de risa, y no lo pudimos conseguir.