Te creís la más linda (pero erís la mas puta), de Ché Sandoval
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Esta película fue el ejercicio final de un grupo de estudiantes de último año de la Escuela de Cine de Chile, y se nota. Se nota en la comodidad con que se mueve esa cámara, en la naturalidad con que se desplazan los personajes y en la libertad con que fluyen los diálogos. Esa propuesta formal, que se está haciendo característica de cierto cine joven chileno, es el mayor valor de la película. Eso, y el notable tema musical aportado por Adanovsky.

El problema está  en que esta misma propuesta visual desprolija y rabiosa, también está  presente en las lógicas argumentales que sostienen el filme. A pesar de que la crítica ha alabado la frescura y la falta de ambición de la opera prima de José Manuel (Ché) Sandoval es esa misma actitud displicente la que hace que Te creís la más linda… se mantenga en el nivel de la anécdota. Es una historia de desamor adolescente, protagonizada por un joven obsesionado con el amor y el sexo. Se ensaña con la idea de estar con una mujer, y aunque tiene una particular en mente, la verdad es que cualquiera que lo acepte le sirve.  Este protagonista patético podría despertar ternura –e identificación- en más de algún espectador. La distancia se crea al tratarse de un looser que se cree winner, de un sujeto que se mueve con el delirio de que el mundo le adeuda, que las mujeres le adeudan, que su mejor amigo le adeuda, que cada personaje que se le cruza en la calle debería reconocer en él a un ser atractivo y la triste verdad es que no lo es.  Es esa actitud del protagonista la que está en la esencia misma de la película que, aunque se deja ver y es simpática por momentos, posee tal desinterés en el espectador que impide que esa historia que se propone pueda ir más allá que sus propias limitantes.

Ché Sandoval ha dicho que a nadie más podría contar esta historia, que es suya, de sus amigos. Que no pensó en el público mientras la filmaba. Que lo que muestra acá son sus propias historias nocturnas entre La Reina y Bellavista. Esta honestidad llevada al cine siempre se agradece, le otorga a lo que vemos cierto sentido de verdad a la que podemos responder, pero también peca de falta de humildad y de dejar fuera a todo aquel que no tiene como relacionarse con ese mundo. Un mundo muy pequeño.

A Te creís la más linda (pero erís la más puta) su título le juega a favor y en contra. A favor, porque esa irreverencia punk resulta atractiva en primer momento, logrando captar la atención de una audiencia posible. En contra, porque en el proceso termina creyéndose el cuento. No es la más linda, no es la más puta. Es solo una más.