Mientras casi todo el entusiasmo cinéfilo de estos días está puesto en los estrenos internacionales de Barbie y Oppenheimer, a salas a lo largo de todo Chile también llegó la más reciente película de Wincy Oyarce, una carta de amor a su desaparecida amiga Hija de Perra, figura central de la disidencia performática nacional de principios de este siglo. Y no resulta para nada paradójico que el estreno de Tan inmunda y tan feliz haya coincidido con la llegada a salas de estas gigantes producciones internacionales, porque nos recuerda el espacio paralelo en donde siempre se movió esta fundamental activista y cómo desde la marginalidad y la performance de shock logró movilizar consciencias y hacer escuela.
La propuesta formal del documental es trabajar con imágenes de archivo y conversaciones actuales con algunos personajes claves – como el padre y la madre de la protagonista- todo armado desde un discurso amoroso de un amigo que quiere, al mismo tiempo, recuperar la presencia de su amiga desaparecida y rendirle tributo. Es así como acompañamos al director en la revisión de material de todo tipo, desde fotografías y grabaciones caseras, hasta escenas de las películas y videos que hicieron juntxs, pasando por muchos registros de performances en los más diversos contextos, desde aquellas iniciales en espacios nocturnos y universitarios, hasta aquellas que llevaron a Perra a ser invitada al corazón del establishment, presentarse en museos y a enseñar en la academia.
La amistad entre Wincy Oyarce e Hija de Perra es una que entrecruza lo afectivo y lo artístico. De hecho, en el documental aprendemos que la primera aparición de Perra fue en un cumpleaños del director. Desde ahí se transformó en su musa, protagonizando la primera película del director, Empana´ de Pino del 2008, y desde ahí acompañándose mutuamente en diversos tipos de experiencias personales y performáticas. Pero, como bien nos muestra la película, la influencia de Perra va a ir mucho más allá de su rol como creadora de escenas escandalosas y que se dedican a desafiar los mandatos de género y buen gusto, porque una de las cosas más atractivas de este personaje es, sin duda, el tremendo aparato reflexivo que existe detrás de estas acciones artísticas. Escuchar a Hija de Perra hablar de su trabajo, del sentido de su rescate de lo repugnante, de su defensa de lo distinto y su búsqueda de movilizar los estándares, permite acceder a un ser que desarrolló un discurso profundo y muy bien articulado.
La muerte de Hija de Perra en 2014 dejó un gran vacío en el mundo de la disidencia, no solamente de la disidencia sexual, sino también de la disidencia artística que tuvo en ella a una creadora arriesgada y radical. Al mismo tiempo, el reconocimiento del circuito se extendió llevándola a nivel de icono y transformándola en una de las imágenes omnipresentes en las movilizaciones de 2019 y figura de las diversidades sexuales hasta hoy. El documental muestra todo esto, pero lo hace desde un lugar cercano y amoroso, y eso también le da un segundo sentido a su título que no sólo remite a una de las pegajosas canciones de la veta musical de Hija de Perra, sino al hecho de que detrás de este personaje que constantemente recurría a la inmundicia y al espanto en sus presentaciones, había una personaje profundamente querida y respetada por su círculo. Había inmundicia en Perra, enojo y rebeldía, pero también había espacios de mucho cariño y felicidad.
Ganadora del Premio especial del Jurado y del Premio del Público en el FICValdivia 2022 y también de la Mención especial del jurado en la competencia nacional de FIDOCS 2022 el documental Tan inmunda y tan feliz llega a las salas bajo el alero del programa Miradoc que permite que la película pueda ser vista en salas de Arica a Punta Arenas, acompañando varias de estas funciones con conversatorios con su equipo realizador.