Los siguientes textos fueron realizados tras la primera versión del Taller de Crítica de Cine desde una Filmografía Chilena llevado a cabo durante el 5º Festival de Cine Nacional de Ñuble realizado del 9 al 14 de enero del 2024.
Penal Cordillera o la negación a una justicia ficcionalizada
Por Muriel Hofflinger Gallegos
Gran controversia ha generado últimamente en nuestro país la aplicación de la justicia ya que, pareciera ser que no importa el delito sino quién lo comete y de eso dependerá, la sanción o el resquicio legal, cual bote salvavidas, que siempre está a interpretación de leguleyos, o quizás podría recordarnos del mismo modo la compra de indulgencias. Podríamos decir, entonces, que la justicia chilena sigue estando a la venta. Esta percepción es un problema serio puesto que, la justicia debería ser ciega y tratar a todas las personas por igual, independientemente de su estatus social, político o militar. Si se percibe que hay resquicios legales o no tantos que permiten estas diferencias, esto también podría dar lugar a situaciones de injusticia.
Vi Penal Cordillera y volví a sentir la misma sensación/percepción que me produce nuestra realidad y eso que no es una película documental; es una ficción basada en hechos reales. Ópera prima escrita y dirigida por Felipe Carmona. Hechos reales que envuelven pasajes horrendos, bizarros, espantosos, sangrientos y ultra violentos que cometieron 5 hombres agentes y militares del ejército de Chile: torturadores auspiciados, motivados y liderados por el torturador intelectual Pinochet donde encontramos la presencia de los más altos cargos de la jerarquía castrense como generales, coroneles y brigadieres que violaron los derechos humanos sistemáticamente durante la dictadura cívico militar por toda nuestra larga y angosta franja de agonía perpetua y silenciada. Y la película ficción imagina la vida de estos hombres torturadores y algunas dimensiones personales.
Hay un quiebre en la película y es cuando reciben la noticia que serán trasladados desde un arraigo hotel a otro. Es decir, de Penal Cordillera a Penal Punta Peuco y eso sería todo. No pasa nada. Por último, esperaba alguna escena que nos pudiera regalar un guiño justiciero. Un pequeño o gran destello de justicia ficcionalizada producto de juegos de la imaginación autorizados por las facultades del cine. Quizás sea demasiado pedir que el cine se haga cargo de lo que nuestra chilensis realidad no pudo, pero para que está si no. Aprovechar de travesear con la realidad y ponerla en el sitio que quiera el director o directora, pasarse 3 pueblos, crear nuevos mundos posibles, compartir con nosotras/os/es lo que no vamos a tener, pero al mismo tiempo darnos la chance de experimentarlo, soñarlo, en nuestros propios multiversos. No.
Me quedó el sabor de la serie Dahmer, del modus operandi de los controles policiales y de la estratificada justicia que recibe un blanco versus un afrodescendiente o un latino. En esta serie también evidencié que el protagonista pudo zafar muchas veces dada su proveniencia y aspecto físico. Vinculo esto, con la presencia de los gendarmes empleados de estos personajes que estaban a merced de sus reos jefes y que finalmente, al contener la rabia, las extorsiones y las humillaciones que éstos le propinan ejercen la violencia hacia sus pares y con una verticalidad brutal. Como la típica cadena de violencia: jefe – empleado; empleado – esposa; esposa – hija(o); hija(o) – mascota. Demasiada realidad para mí gusto, lamentablemente es lo que evidencio día a día en mi país. Y nunca pasa nada.
La película cuenta con actores que poseen gran experiencia y escuela en teatro, televisión y cine, pero cuando el guion y la dirección son débiles y no arriesgan mucho una se pregunta: por qué y para qué se filma lo que se filma. Como se sabe, el cine es un trabajo en equipo, pero siempre debe haber un liderazgo y principalmente un buen guion.
Podría perfectamente rescatar la fotografía de la película que me pareció bastante buena para el ambiente lóbrego y lúgubre que se quería desarrollar en 100 minutos de una edición a mi parecer, forzada ya que, había demasiadas pasadas a negro (fade out). Comprendo que este es un recurso estético y parte de la narrativa cinematográfica, sin embargo, me parece que abusa y resulta bastante monótono de ver. Aparte de todo lo mencionado, pareciera que el director y guionista nos pide empatizar con los asesinos que estaban perdiendo sus privilegios. Definitivamente una propuesta de ejercicio surrealista que queda disponible para personas masoquistas.
La casa de arena
Por Aurora Montero Matamala
Este cortometraje nos abre una ventana a la intimidad de unos padres primerizos. A medida que la película avanza y de los comentarios y miradas que reciben, nos damos cuenta del vínculo que mantienen los padres, una conexión de compañerismo en que no nos encontramos frente a una relación sexoafectiva, por lo menos, monógama. Hay un plano hermoso en la película en que ambos padres descansan mientras el niño juega, el padre apoyándose en la madre sobre la arena. Pienso en lo hermoso que es el cine de permitirnos ver y reconocer esta intimidad de la pareja, el cariño es sutil y podemos entenderlo como algo intrínseco, obvio, pero las expresiones de los actores nos dejan bien en claro que no están en una relación romántica.
Este corto nos deja entrever dinámicas de núcleo familiar que podemos reconocer de forma fácil dentro de nuestra sociedad, quiero decir que para mí fue imposible no trasladarme a paseos a la playa de mi infancia, con una mamá que busca certezas, pendiente de los aspectos más importantes del ítem viaje, y por el otro lado, con un papá que quiere divertirse y mantenerme a mí y mi prima entretenidas todo el tiempo. Considero este cortometraje plantea un relato de cómo, a pesar del avance de nuevas formas en que nos relacionamos, podemos caer irremediablemente en el estereotipo de mamá preocupada y papá relajado que vemos en la película, podemos notarlo cuando están en la playa hijo y mamá descansando y llega el papá a obligar a su hijo a “divertirse” (ir a bañarse a la playa) ¿Ha sido siempre así? ¿Se puede dejar de lado por completo esta forma tan binaria de ver el núcleo familiar? Esto teniendo en cuenta, que especialmente en Chile, es muy común encontrar familias que no se despliegan desde una pareja heterosexual estable, sin embargo, esta dinámica nos encuentra de todos modos.
Creo que es importante ver este tema caso a caso, en lo personal no tengo ni planeo tener hijxs, pero irremediablemente me veré rodeado de hijxs de amistades y/o familia en algún momento. Por esta misma quizás desconexión, es que en el momento en que la abuela materna del niño llama para desearle un feliz cumpleaños se me despliega una gama de preguntas acerca de cómo quiero ser percibida por demás personas adultas a mi alrededor, ¿Qué rol quiero cumplir para esa niñez, la adulta preocupada y práctica, la adulta relajada y dispuesta a jugar todo el tiempo, o una mezcla de ambos tropos expuestos? ¿Me daré cuenta del rol que cumplo para esta persona bajo mi cargo? Quizás estas preguntas nunca obtengan respuesta ya que nunca se puede saber a ciencia cierta lo que se está proyectando a otras personas.
Recomiendo esta reflexión porque creo valioso el ejercicio de pensar en el rol que queremos ser en las niñeces que nos rodean, pero también, porque este rápido cuestionamiento y reflejo con mis paseos de playa de la infancia me hizo conectar con el final de la historia de una manera muy agobiante, porque hacia el final de la película ya quiero que salga todo bien para la madre protagonista. Creo que el tono y las sutilezas que maneja la película son su mayor acierto, por ejemplo la mirada que juzga de una mujer mayor y probablemente experimentada en la maternidad, el tono de la joven madre tan seco en responder a esta misma persona, probablemente anticipándose a un cuestionamiento que pudo ser muy intenso, y que podemos entrever, ha sido víctima con anterioridad, y que creo es un patrón que podemos reconocer dentro de nuestra sociedad que busca de forma desesperada a la madre perfecta.
Cuarto de hora
Por Alejandra Troncoso Jara
Cuarto de hora del cineasta nacional Sebastián Nemo Arancibia (Un cortometraje sobre educación, 2007) fue el cortometraje ganador de la 5º edición del Festival de Cine Nacional de Ñuble. La trama gira en torno al grave accidente automovilístico de Alex (Steevens Benjamin, Perro bomba, 2019) joven haitiano que no habla ni entiende español, por lo que su situación es aún más angustiante ya que se le dificulta la comunicación con el equipo de rescate, pero gracias a Daniela (María Olga Matte, Machuca, 2004) testigo del accidente que habla francés, se logra establecer un diálogo en el cual logramos conocer un poco más de la vida y sentimientos del protagonista.
En este sentido, el flujo de los acontecimientos en Cuarto de hora es clave ya que toda la realización de este cortometraje se realiza en un plano secuencia de una sola toma en tiempo real que parte desde que lo sacan del automóvil hasta que lo bajan de la ambulancia, lo que da pie a que el público sienta una conexión sensorial empática e impresión de verosimilitud en las acciones de Alex, por ejemplo en sus movimientos espasmódicos o cuando simula que fuma al interior de la ambulancia, las cuales hacen adentrar al espectador a una dimensión y estado de paroxismo de 15 minutos que culminan en una incógnita de la fragilidad de la vida. Pero también este cortometraje nos invita a reflexionar sobre la precariedad laboral en la cual se encuentran los trabajadores migrantes y de la vulneración en sus derechos laborales, tema que en nuestro país es un problema de aculturación apremiante.