Remecer sin molestar
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SU NUEVO caso no precisó de una receta condimentada con abundantes dosis de penicilina o cloramfenicol, ni un prolongado tratamiento médico. Convencido de que los males que aquejan a nuestra sociedad no siempre tienen un historial clínico, y que a veces “más vale prevenir que curar”, Aldo Francia (45, 4 hijos, médico pediatra) cambió su ojo clínico por una cámara. Con un equipo de producción, camarógrafos y actores estudió al múltiple paciente, grabó y filmó sus reacciones y, valiéndose de un argumento basado en una historia real, expuso su diagnóstico en una película de 110 minutos.

Valparaíso, mi amor, el primer largometraje sonoro realizado íntegramente en el Puerto y que acaba de estrenarse en la capital, nació “para vacunar a la sociedad contra las múltiples enfermedades que la aquejan”:

-Es una película social no planfletaria y al alcance de todo el público. Con un argumento real, pero alterado en partes para evitar caer en el melodrama, Valparaíso, mi amor es el productor de una serie de secuencias cuyos personajes centrales son los niños y el puerto, con sus cerros, ascensores, calles y habitantes. No buscamos a través de ella un lenguaje nuevo en el cine; nos basta con el ya existente y si en la película faltan los primeros planos de actores es porque no quiere que el espectador se identifique con el personaje. Prefiero que mire a través de una ventana la realidad. Y que esta mirada le sirva para tomar conciencia de ella.

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Sepulturero “de verdad”

Definido por su autor como cine de argumento hecho en forma documental, se basa en la historia de un matarife que después de ocho meses de cesantía decide robar unas reses, con la consiguiente condena de la justicia. Sus hijos quedan a cargo de la “comadre”. Los actores infantiles fueron elegidos especialmente entre un grupo de quinientos niños que viven o han vivido en ambientes similares a los que figuran en el argumento (algunos provienen del Hogar de Menores de Carabineros).

También eligió entre los habitantes porteños un médico, un sepulturero y un equipo de gendarmes que nunca habían actuado. El resto del elenco son figuras de teatro como Sara Astica, Claudia Paz, Jesús Ortega, Elena Moreno, Arnaldo Berríos y el montadiscos Hugo Cárcamo, principal protagonista masculino.

El proceso de gestación del film de Francia abarcó varias etapas: el guión que fue modificado cinco veces, demoró cerca de ciento ochenta días; luego la filmación, con el director de fotografía argentino Diego Bonacina, se hizo en un mes y medio. Y el montaje audiovisual, realizado en Argentina, demoró un año.

El nombre, señala Francia, es “un recuerdo de Hiroshima, mon amour, película que exaltaba el amor de los personajes. Valparaíso refleja el amor desde los personajes hacia la ciudad”.

El director no se considera libre de culpas, ni absolutamente desvinculado del calendario de cineastas integrado por De Sica, Truffaut, Visconti y Satyayi Ray: “Después de dirigir fotos sobre cine y hacer crítica, es imposible no absorber influencias de alguno de los grandes”. Lo importante es saber transformar esas influencias en un lenguaje chileno”.

Cannes y Berlín

Para Aldo Francia el mayor mérito de Valparaíso, mi amor, que más allá de divertir pretende remecer “sin molestar”, es su claridad y honestidad.

-Mucha gente se ha sentido interpretada con ella, y si algún espectador quería ver un puerto “bonito”, lleno de edificios modernos y calles resplandecientes, se equivocó. Ya pasó la época en que el cine era nada más que una diversión, repleta de comedias, novelas policiales o historias de amor, de eso hay bastante material acumulado en Europa y USA. Si se trata de hacer un cine nacional, tenemos que mostrar nuestra realidad, con los vicios y virtudes que nos corresponden como país subdesarrollado.

Valparaíso, mi amor se exhibió en el Festival de Cine Latinoamericano realizado a fines del año pasado en Viña y de ella hablaron realizadores como Santiago Alvarez (Hanoi, martes 13, LBJ): “Muestra gran sensibilidad por los niños y la ciudad, es muy sincera”; Saul Landau (Fidel) opinó que combina el neorrealismo italiano con la temática de Oscar Lewis. Ahora le toca al público santiaguino dar su veredicto. Después se presentará en la quincena de realizadores de Cannes, y como “invitada especial” en el Festival de Berlín, en la semana del Joven Cine Latinoamericano.

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