Los reconocimientos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográfica –más conocidos como premios Oscar- son sin duda los más influyentes en términos de industria del cine. En general se considera que los Oscar están hechos como una celebración de la industria del cine para si misma, un reconocimiento a aquellos de sus miembros que han logrado destacar por la calidad de su trabajo en las pantallas y su potencial de éxito en las salas de cine.
Por lo mismo, la crítica constante a la Academia es el tradicionalismo en sus gustos y su predilección por películas de construcción visual más bien clásica y de temática histórica o de superación personal. Y aunque eso es bastante cierto, también lo es que en los últimos años sí ha existido una cierta presencia de películas que –aún moviéndose en las aguas de la masividad- han refrescado su puesta en escena con propuestas visuales más arriesgadas.
Una pregunta constante es ¿Quiénes votan en los Oscars? A diferencia de los Globos de Oro –en que la elección está a cargo de los periodistas extranjeros acreditados en Hollywood u otros premios de la crítica especializada, los Oscars son los premios de la Academia, por lo que son los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas los que se manifiestan con su voto. Estamos hablando de cerca de seis mil personas que en algún momento postularon, fueron patrocinadas y finalmente aceptadas al interior de la institución. Esta está dividida en quince ramas, de las cuales el grupo más grande y poderoso en cuanto a voto es el de los actores, que representan el 22% del total, los siguen los productores, los ejecutivos y los publicistas. Los directores, colaboradores técnicos y artísticos también existen en la academia, pero con una menor representación por lo que es evidente que el énfasis de la premiación está más en la industria que en los méritos artísticos de la obra.
Otro dato no menor es que del total de los votantes el 94% de los miembros son blancos, dejando sólo un 6% para la representación de afroamericanos, latinos y orientales. Los hombres alcanzan el 77% de los votantes. El 54% de la Academia son mayores de 60 años, el 36% tienen entre 40 y 60 y un 2% son menores de 40 años. Lo que explica también la tradicionalidad y el gusto de los votantes por cierto tipo de películas por sobre otras. De los que eligen a los ganadores, apenas el 14% ganó alguna estatuilla y solo el 19% estuvo alguna vez nominado a un Oscar y grandes nombres del cine como Woody Allen y George Lucas no pertenecen a la Academia.
Para llegar a los Oscar no sólo hay que tener una buena película, hay que hacer muchísimo trabajo de difusión, prensa y lobby para convencer a los miembros de la Academia de que la cinta postulante realmente tiene méritos, y en ese sentido el trabajo de la productora Fábula y de su distribuidor en Estados Unidos, Sony Pictures Classics, ha sido realmente notable. Las posibilidades de efectivamente llegar a obtener la estatuilla en la categoría de mejor película en habla no inglesa son difíciles ya que compite con la austriaca francesa Amour de Michel Haneke -que se estrena en Chile el 24 de enero- que ya venció en Cannes y que además está nominada para mejor película y mejor director.
Como sea, lo de la nominación de NO a los premios Oscar es una buena noticia para el cine chileno, ya que pondrá la mirada de muchos espectadores y productores en las posibilidades del audiovisual nacional. Lo único que personalmente lamento es que sea una película que, más allá de sus incuestionables méritos cinematográficos, plantee un discurso tan limitado –que deja afuera todo la relevante resistencia desde el mundo social- sobre lo que fue el fin de la dictadura, la que llegue a representar a Chile en la más importante plataforma de difusión del cine internacional.