Esta es la historia de dos hombres que bordean los 80 años y que lejos de vivir para esperar la muerte, han decidido enfrentar su coti- dianeidad a través de una profunda transgresión. El misterio de la vida para Antonio florece y vuela en el jardín de su casa. Para Carlos, en el interior de una funeraria. Ambas experiencias revelan el cotidia- no y denuncian a la vejez de gafas oscuras y bastón.
Lejos de la pasividad y del lugar común que nos evoca la vejez, “Viejo Zorro” plantea una mirada lúdica e intimista, sobre la lucidez que se esconde bajo la profundidad de las arrugas.