La Fuente Alemana – emplazada en el centro neurálgico de Santiago de Chile – fue un regalo de la colonia alemana a la nueva república chilena en 1912, en agradecimiento por la entrega de tierras en el territorio mapuche Walmapu. En el calor de enero de 2004, la fuente se convierte en un espacio simbólico. A pesar de que está prohibido bañarse en ella, familias de la periferia marginada de la ciudad la visitan y la transforman en una piscina pública, redefiniendo así su carácter político y socia.